Después de la tormenta, cuando las flores crecen
Salvage the Bones, o Quedan los Huesos en su traducción al español, es una novela sobre la pérdida: desde la pérdida de una madre hasta la pérdida de una casa durante un huracán. Pero también se trata de crecer a pesar de lo que se pierde y florecer entre los vidrios rotos y la basura; se trata de aprender a amar y a amarnos más allá del dolor. En el centro de esta historia se encuentra la familia Batiste, o al menos lo que queda de ella: Claude y sus cuatro hijos, Skeet, Randall, Esch y Junior; Esch es la narradora del libro, una adolescente de quince años que se entera de que está embarazada. La familia vive en la costa de Mississippi, en un barrio empobrecido al que Esch se refiere como “el corazón negro” de la zona, y la novela se va desarrollando durante doce días, diez de ellos previos a la llegada del infame huracán Katrina.
La autora Jesmyn Ward es oriunda de Mississippi y de hecho sobrevivió el huracán Katrina con su familia en 2005, lo cual le brinda un fuerte sentido de realismo a la novela, una autenticidad especial. De manera similar a una de mis escritoras favoritas, Toni Morrison, Jesmyn Ward utiliza un lenguaje bello y por momentos poético para describir una realidad dura, encontrando formas cautivantes de relatar una sangrienta pelea de perros o el dolor del primer desamor. Es un libro extremadamente sensorial, visceral, cuyas descripciones detalladas nos permiten realmente visualizar los lugares, oler los aromas y sentir el calor pegajoso del pantano sureño en nuestra piel. Las sensaciones que me generó Salvage the Bones fueron tan profundas que hasta se me apareció en mis sueños, como una melodía de esas que no podés sacar de tu cabeza. La autora logra hipnotizar al lector con una mezcla de drama adolescente, elegía familiar, las consecuencias de la crisis climática y el espíritu de tragedia de la mitología griega.
Desde un principio, sabemos que la madre de Esch murió tras dar a luz a Junior, el menor de los Batiste. La infancia de estos chicos se vio fragmentada de un día para el otro, dejando en todos ellos una cicatriz difícil de sanar, la cual su padre trata con copiosas cantidades de alcohol. Con el propósito de esta reseña, decidí dividir los temas centrales de la novela en tres ejes: Maternidad, Familia/Comunidad y Aprendizaje. La maternidad es uno de los puntos más importantes de Salvage the Bones. Primero tenemos la muerte de Rose Batiste dando a luz, dejando detrás de sí un rastro de sangre mientras su esposo la lleva al hospital y sus hijos la ven por última vez; luego está el parto de China, la perra pitbull de Skeet, una maternidad salvaje y primitiva. Por último, el embarazo de Esch, inesperado y secreto, pero eventualmente imposible de esconder. A lo largo de la novela vamos transitando el viaje interno de Esch, de su posible futuro como madre y cómo eso la afecta a ella y a quienes la rodean. Esch se refiere a Katrina como “la madre asesina que nos desolló hasta los huesos pero nos dejó con vida, desnudos y desconcertados como bebés recién nacidos”.
El segundo eje temático tiene que ver con el sentido de pertenencia y el apoyo que existe entre los personajes, tanto entre aquellos que son familia por sangre como los que son amigos. Es a través de estos vínculos que los personajes logran salir a flote, metafórica y literalmente. A pesar de los defectos y las faltas, hay un verdadero sentido de comunidad, de que pase lo que pase con Esch, sus hermanos y su padre siempre estarán allí. Cuando Big Henry, amigo de la familia, se entera de que Esch está embarazada le pregunta quién es el padre, a lo que ella responde: “no tiene papá", y él le dice: “estás equivocada, este bebé tiene muchos papás”. Frente al abandono por parte del Estado y del sistema, mantenerse juntos es la única manera de sobrevivir.
Por último, a lo largo de la novela Esch va aprendiendo cosas sobre sí misma, a valorarse como mujer y comprender que es más que un objeto sexual y más que la suma de lo que los demás ven en ella. En aquello que en un principio creyó percibir como debilidad, encuentra su poder, su capacidad, encuentra una fuerza capaz de enfrentar al huracán más salvaje que uno pueda imaginar. Caminando entre los escombros y la desolación de lo que parece una zona de guerra, inundada y destrozada, Esch escucha a las personas reunidas en la calle, descalzas, que hablan entre ellas y repiten una y otra vez una palabra: vivo. Estamos vivos. Esch está viva, con todo el dolor que eso implica, pero más fuerte que nunca. Esch florece.
Comentarios
Publicar un comentario