Libros y más libros
A lo largo de estos últimos meses, estuve recomendando varias de mis lecturas favoritas, pero otros libros que también disfruté quedaron afuera del blog por falta de tiempo o por procrastinar y después olvidarme del tema. Como siempre, mi gusto es bastante ecléctico, así que hay un poco de todo: novelas, cuentos, no ficción, terror, literatura juvenil, drama.
El diablo a todas horas de Donald Ray Pollock
Para empezar, uno de mis libros favoritos de los que leí en los últimos meses es El diablo a todas horas (The Devil All the Time), que el mes pasado fue adaptado al cine y se encuentra disponible en la plataforma de Netflix (el libro es mejor). Si tuviera que clasificar a esta novela en pocas palabras, diría que es una mezcla de drama familiar, suspenso y crimen, con una dosis bastante alta de violencia.
El diablo a todas horas es la primera novela publicada por Donald Ray Pollock (tiene un libro de cuentos y otra novela) tras décadas de trabajar en una papelera en su Ohio natal. Pollock se anotó en un programa universitario a los cincuenta años y luego comenzó a publicar paulatinamente su trabajo, primero en revistas literarias y eventualmente por editoriales. Se nota, al menos en este libro, una fuerte pasión por la escritura, un deseo por contar y compartir historias; todo se siente extremadamente personal para el autor, como si sus personajes realmente formaran parte de sus experiencias de vida.
En términos generales, esta novela narra las historias de distintos personajes vinculados por lazos familiares y actos violentos que vamos descubriendo, vidas cruzadas por la muerte en un Estados Unidos rural y humilde de mitad de siglo XX. Algunos de los temas centrales son la religión, la lucha constante entre el "Bien" y el "Mal", y cómo ciertos hechos traumáticos pueden marcar nuestras vidas y decisiones. A pesar de abordar temáticas con tanto peso, Pollock logra construir un libro que es todo menos pesado, sino más bien atrapante, brutal e inolvidable. Hay momentos en los que uno quiere mirar para otro lado, pero el texto es irresistible, desagradablemente irresistible. La mayoría de los personajes son seres horribles, crueles y patéticos, que se la pasan rezando para salvar sus almas mientras cavan sus propias tumbas. "Solo en la presencia de la muerte podía sentir la presencia de algo como Dios", dice el narrador sobre uno de los personajes. Toda la novela huele a muerte, comienza con muerte y acaba con muerte, porque siempre hay alguien muriendo en alguna parte y, al menos en el mundo creado por Pollock, el diablo está presente a todas horas, esperando.
En los últimos años, ha surgido una especie de "nueva ola" de escritoras y escritores latinoamericanos increíbles y sumamente interesantes; la ecuatoriana María Fernanda Ampuero es una de esas autoras a las que tenía marcadas como pendientes y con deseo de leer. Con el propósito de darles una idea a aquellos que no la hayan leído aún, me pareció que los cuentos de Ampuero son una mezcla entre Lucía Berlin y Mariana Enríquez: una realidad cruda de familias fragmentadas y cuerpos destrozados, que presenta al hogar como un espacio de violencia y pérdida de la inocencia. A lo largo de trece relatos, la autora explora con una mirada crítica problemáticas sociales como el machismo, la violencia de género, la desigualdad, el racismo y demás aspectos de la cultura ecuatoriana y de la latinoamericana en general. Los espacios creados por Ampuero están habitados por niños solitarios, madres perdidas, hombres violentos y fantasmas.
Pelea de gallos es una colección de cuentos despiadada, que se mete de lleno en la crueldad cotidiana y no teme ensuciarse. Definitivamente no es un libro para lectores delicados o sensibles, a menos que estén buscando algo que los impresione y los arranque de la comodidad a cachetadas. Mis relatos preferidos son Monstruos, Luto, Subasta y Coro. Los dos primeros tienen como protagonistas a dos pares de hermanas que, de diversas maneras, son violentadas por sus padres y sus hermanos; Subasta está narrado con el ritmo de un thriller, genera un suspenso y una tensión tremendos; por último, Coro deja en evidencia la hipocresía y la violencia de la clase alta, con un final que da escalofríos. Sí hubo un par de cuentos que no me gustaron, pero en términos generales es una colección que funciona muy bien como un todo y que, en mi opinión, definitivamente vale la pena leer. Aunque sea para horrorizarnos un poco y recordar que, a veces, hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos.
A continuación, algunas (solo algunas) de las citas que marqué:
"La gente no es capaz de verse a sí misma y ese es el principio de todos los horrores".
"El aire olía a días buenos cuando papá no volvía agrio y azotaba a todo el que se ponía por su camino con una vara de cuero delgadita que abría la piel en silencio, como si nada, hasta que salía la sangre como una sorpresa roja y el dolor aguijoneaba".
"Empezó a reírse como una posesa y a responder que no, que prefería a las cucarachas, todas las del mundo, a tener a un hombre en casa".
¿Alguna vez se te pasó por la cabeza lo lindo que sería irte a dormir y que tus problemas se resolvieran por arte de magia, literalmente en un abrir y cerrar de ojos? Bueno, Mi año de descanso y relajación (My Year of Rest and Relaxation) lleva esa fantasía a un extremo absurdo. A grandes rasgos, esta es la historia de una mujer de veinticuatro años, sin nombre y con dinero, que decide dormir durante un año, auxiliada por una cantidad ridículamente exorbitante de pastillas y con la esperanza de renacer como una persona nueva, sin pasado. Mi año de descanso... es una novela rara. No termina de quedar del todo claro qué es, sobre qué trata: ¿Es una sátira? ¿Es literalmente sobre hibernación humana? ¿Adicción? ¿Amistad? ¿Salud mental? Es como si se tratara de todo y de nada a la vez, habitando un estado confuso entre la realidad y la profundidad infinita de los sueños, como su personaje.
Con el humor irónico e irreverente que la caracteriza, la autora estadounidense Ottessa Moshfegh se mete de lleno en el ambiente superficial de la clase alta de Nueva York, poblando la ciudad con personajes vanidosos y egocéntricos con los que resulta bastante difícil simpatizar. Moshfegh se aleja de lo políticamente correcto y no teme que sus personajes puedan ser vistos como desagradables, descartando completamente las distinciones entre lo que es considerado "bueno" o "malo". Acá no hay héroes ni villanos.
La novela explora los vínculos humanos de una manera interesante, con una narradora que ya era huérfana desde antes de la muerte de sus padres, criada por una madre alcohólica que la ignoraba y un padre frío al que nunca conoció realmente. Ninguna relación en su vida parece ser significativa, ni su ex novio que la trata como basura ni su única amiga, Reva, a quien "quiere pero no soporta"; su compañía más fiel, más genuina, es su colección de VHS, cuyas estrellas son Harrison Ford y Whoopi Goldberg, su ídola indiscutible.
Moshfegh logra hipnotizar al lector, uno no quiere dejar de leer, de mirar, esperando el desastre inminente, como si estuviéramos presenciando un accidente de tránsito. Al transformarnos en testigos del delirio de la protagonista se genera cierto morbo, una curiosidad incómoda, un placer culposo que hace que queramos dar vuelta cada página. La verdad es que es un libro perfecto para leer en el contexto actual de pandemia y cuarentena. En mi caso, creo que el encierro y el clima de ansiedad tuvieron que ver con mi experiencia de lectura, ayudándome a conectar más con la novela y con el mundo absurdo y fragmentado que la autora construyó. Me parece un libro original, que se sale del molde y que está escrito con un estilo muy propio, difícil de comparar con cualquier otro autor contemporáneo.
Personalmente, no categorizaría a La masacre de Kruguer como una novela, o al menos no en el sentido tradicional. Es más bien una colección de fragmentos que cuentan, a su manera, una historia: la historia de Kruguer, un pueblito de ensueño en el medio de la montaña, que un día se convirtió en el escenario de una pequeña apocalípsis que dejó sin vida a casi un centenar de personas. "¿Quién iba a imaginarse que algo así podía pasar?", se preguntaba la gente.
El autor argentino Luciano Lamberti confecciona su libro como un collage que mezcla distintos formatos y recursos narrativos, con capítulos que parecen salidos de un informe policial ficticio, otros llenos de testimonios y entrevistas, capítulos que sí se asemejan más a una narrativa de novela. En fin, hay un poco de todo, lo cual hace que la lectura sea muy dinámica y entretenida, jugando con un acontecimiento ficticio como si hubiera sido real, como si verdaderamente fuera una crónica sobre una masacre. El elenco de personajes, que va desde hermanas, hijos, vecinos, policías, periodistas y curiosos, brindan diversas perspectivas sobre lo ocurrido y sobre las víctimas, que aparentemente venían exhibiendo comportamientos algo extraños en las semanas previas a la matanza. "Había algo en Kruguer. Algo en el aire, que hacía que la mente se pusiera a jugar. (...) Siempre hubo una tensión especial. Como un zumbido bajo, constante. Algo que tarde o temprano iba a explotar."
No quiero explayarme más sobre la trama de la historia para no arruinar el misterio y la sensación perturbadora con la que se queda uno al terminar de leer. Sí creo necesario advertir que La masacre de Kruguer no es para lectores muy sensibles o que se impresionan fácilmente, porque contiene escenas brutales narradas de un modo muy gráfico, incluyendo muertes de adultos, ancianos y niños de distintas maneras que definitivamente prefiero ir borrando de mi memoria. Creo que el libro podría gustar e interesarle a los lectores de Mariana Enríquez y del terror más violento de Stephen King, haciendo énfasis en lo de violento. También siento que hay cierta similitud con temas que aparecen en la obra de David Lynch, sobre todo en Twin Peaks, en relación a lo que se esconde debajo de la superficie aparentemente idílica de los pueblos, la podredumbre que crece bajo la tierra de jardines cuidados y casas bonitas. Esa oscuridad que siempre está presente, "esa parte de la experiencia humana para la que no hay palabras".
Mi última recomendación es que no lo lean antes de irse a dormir. O sí, hagan lo que quieran. No me hago responsable de sus potenciales pesadillas.
Know My Name de Chanel Miller
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