Favoritos de junio

Para romper un poco con el formato más largo y denso de los últimos posteos, se me ocurrió aprovechar el fin de mes para escribir brevemente sobre algunas películas y series que disfrute durante junio. 


1. El final de The Sopranos (1999 - 2007)

La experiencia de ver las seis temporadas de The Sopranos fue increíble y se que será inolvidable, siempre presente en algún rincón de mi mente. Cada aspecto es perfecto: los guiones, las actuaciones, los personajes, la edición. En fin, puedo decir con certeza que es mi serie favorita y la recomiendo infinitamente, aunque no es para cualquiera, eso sí. Para aquellos que no la conocen, básicamente, está protagonizada por Tony Soprano (el gran James Gandolfini), jefe de la mafia en Nueva Jersey, y se enfoca en sus vivencias cotidianas junto a su familia, sus colegas y, en un giro inesperado, su psiquiatra. Si bien es cierto que la serie fue inspirada en obras anteriores de Martin Scorsese, sobre todo Goodfellas, opino que su contenido es original y explora con franqueza y profundidad temáticas como la moral en la sociedad contemporánea, las relaciones familiares, las ventajas y desventajas del poder, el abuso de la violencia y los efectos que produce la muerte, entre otros.

Diez años después del último capítulo, el final sigue creando apasionadas discusiones y disgustos entre viejos y nuevos fanáticos. Aunque este blog no es a prueba de spoilers, no quiero ser explícita con respecto al final, ya que su significado varía enormemente de persona en persona y no deseo arruinarlo. Lo único que tengo para decir es que, al principio me sentí anonadada y me faltaban las palabras, después de haberle dedicado casi exactamente un año a la serie. Luego le siguió la frustración y el "esto tiene que ser un chiste", pero, eventualmente, me di cuenta de que era el mejor final que David Chase podría haber creado. Tal vez algunos sientan que el cierre fue ambiguo o que ni siquiera existió un cierre, pero yo se, a mi manera, todo lo que ocurrió. 

The Keepers: Season 1 — May 19

2. The Keepers (2017)

Esta nueva docuserie de Netflix toma como punto central el asesinato sin resolver de la Hermana Catherine Cesnik, ocurrido en Baltimore durante el otoño de 1969. Pero el director Ryan White no transforma la historia en un simple misterio policíaco, sino que busca tanto la verdad sobre el asesinato en sí, como sobre la información que puso en semejante peligro a Catherine. Detrás del asesinato, se escondían denuncias de abusos y violaciones por parte del Padre Joseph Maskell a las estudiantes de Arzobispo Keough, un instituto secundario en el cual la Hermana trabajaba.

El documental, dividido en siete capítulos, les da voz a las víctimas y sobrevivientes que han pasado décadas reclamando la justicia que merecen tanto ellas como Cathy y su familia. Dos de las víctimas, quienes en su momento llevaron la causa a la Corte, son Jean Wehner y Teresa Lancaster, mujeres valientes que fueron heridas de por vida a causa de un enfermo depredador en quien ellas confiaron inocentemente, pero que jamás callarán la verdad de lo ocurrido. Otras dos mujeres que forman parte de la historia son Gemma Hoskins y Abbie Schaub, estudiantes de Arzobispo Keough y alumnas de la Hermana Cathy que, a través de un grupo de Facebook y una ardua investigación por cuenta propia buscan hasta el cansancio las respuestas sobre el asesinato y los horrores relacionados a él. The Keepers es un gran ejemplo de mujeres fuertes y valientes que no se rinden y continúan alzando la voz, denunciando los repugnantes abusos, violencia y corrupción que muchos desearían mantener en silencio. El documental es una joya cinematográfica, absolutamente atrapante, doloroso, terrorífico y conmovedor, y es una historia que involucra a gente real de carne y hueso, que merecen ser tratados con dignidad y respeto por los espectadores. De lo mejor que ha producido Netflix y, probablemente, de lo mejor que vi y veré en el 2017.




3. Twelve Monkeys (1995)

La primera vez que vi Twelve Monkeys, del cineasta Terry Gilliam, era chica y no la comprendí, pero quedé fascinada con sus imágenes distópicas, su magia y su melancolía. Hoy, luego de haberla visto unas cuatro veces, me di cuenta de que es, por un lado, una de mis películas de ciencia ficción favoritas y una de mis películas favoritas en general. La historia empieza en el año 2035, un planeta Tierra en el que los humanos sobrevivientes viven en guaridas subterráneas y el mundo exterior está intoxicado y dominado por animales salvajes. James Cole (Bruce Willis), un convicto que vive desde los ocho años bajo tierra, es escogido para viajar en el tiempo a 1996 y descubrir el origen del virus que destruyó al planeta. Los viajes en el tiempo resultan caóticos y traumáticos para Cole, quien comienza a dudar de su propia salud mental luego de pasar un tiempo en un psiquiátrico, donde conoce a la doctora Kathryn Railly (Madeleine Stowe) y a un profeta delirante llamado Jeffrey Goines (Brad Pitt).

A pesar de que Twelve Monkeys está basada en el corto La Jetée (1962), del francés Chris Marker, Gilliam y los guionistas David y Janet Peoples la convirtieron en una obra increíblemente original. Gilliam juega con el punto de vista de Cole, quien percibe el pasado, presente y futuro como una mescolanza de rostros, voces e imágenes que se superponen constantemente, llevándolo a un estado terrible de confusión. Entonces, como el único punto de vista a través del cual vemos es el de Cole, tenemos que decidir si lo que él cree es real o una versión distorsionada de sus miedos y fantasías. Sería fácil tildarlo de loco, pero a pesar de su estado frágil, percibimos su intrínseca humanidad y sensibilidad, queremos estar de su lado y verlo triunfar. Aunque, si aceptamos la teoría de que está cuerdo, también estamos aceptando la posibilidad de que, eventualmente, todos estaremos destinados a morir en una cruel apocalipsis.

Me encanta esa incertidumbre sobre lo real y lo fantasioso, ya que nunca sabemos con exactitud cual es la versión genuina de la historia. El personaje de Kathryn atraviesa un dilema similar, comenzando a dudar si ella también está perdiendo la cabeza. Hay una escena en la que la doctora dice: "La psiquiatría es la religión actual. Nosotros decidimos que es lo correcto y lo que está mal, quien está loco y quien no. Estoy en problemas, estoy perdiendo mi fe." 






CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

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