Algunos párrafos sobre Martha Marcy May Marlene: El limbo entre la realidad y la paranoia



Las sectas en el mundo del cine no suelen ser un tema sutil, lidiando con líderes desquiciados que se creen dioses, abuso físico y mental retratado de un modo sensacionalista y, por último, un baño de sangre. Pero, por suerte, Martha Marcy May Marlene, dirigida por Sean Durkin, no cumple con dichos requisitos y es una película que apuesta por lo sugestivo en lugar de lo explícito, expresando más con imágenes que con palabras. De hecho, muchas de las escenas ocurren dentro de la mente de la protagonista, Martha (Elizabeth Olsen) o son fragmentos algo borrosos de su pasado. Eventualmente, los recuerdos, los sueños y el presente se mezclan entre sí dentro de una misma línea de tiempo.

No sabemos mucho sobre Martha, pero sí que durante unos dos años formó parte de una secta, desconectada del mundo exterior y adaptándose cada vez más a las normas y el estilo de vida propuesto por el líder, Patrick (John Hawkes). Patrick la convenció de unirse mediante promesas de amor, compañía y comprensión por parte de él y el resto de la "familia", una que reemplazaría a la que, aparentemente, nunca tuvo. Pero alguna parte de esa promesa se quebró a lo largo del tiempo, porque la primera vez que la vemos a Martha, ella está escapando.




Patrick no encarna a la figura que crea nuestra imaginación cuando leemos sobre Jim Jones o el ejemplo más obvio de todos, Charles Manson, sino que es un líder que se refugia en la sutileza a la hora de hipnotizar a sus víctimas. Antes que nada, presenta a la granja donde viven todos y a su "familia" como un espacio de libertad para cualquiera que desee formar parte, como un lugar en el que podes encontrar tu rol, tu propósito. La bienvenida parece cálida, pero uno, como espectador, es capaz de advertir lo que, en el momento, Martha no pudo: el cambio de nombres, la manipulación pasiva, los "rituales" de iniciación y el espíritu familiar. Lo primero de lo que se ocupa Patrick es de cambiarle el nombre a cada persona que llega a la granja, intercambiando la identidad original por una nueva, como un bloque de arcilla gris listo para ser moldeado. Martha pasa a ser Marcy May, la nueva integrante de la secta. El Marlene que aparece al final del título se refiere al nombre que todas las integrantes toman al atender el teléfono. ¿Quien habla?, "Marlene Lewis", deberán contestar todas...Patrick no sólo los despoja de sus verdaderas identidades, sino que, eventualmente, los transforma a todos en la misma persona.

Martha, inocentemente, cree haber encontrado un lugar en el que encaja o en el que es libre, pero no es así. Alimentan sus fantasías de un estilo de vida alternativo, alejado de lo establecido por la sociedad, de la universidad y los trabajos de oficina. Pero, en mi opinión, el momento en el que realmente corrompen y le lavan al cerebro a Martha es cuando acepta "iniciar" a una chica nueva, drogándola para que Patrick la viole, al igual que hizo con todas las demás. Él no sólo la convierte en una víctima abusada, sino también en cómplice de otros abusos que ella no es capaz de reconocer.



Luego de escapar de la secta, Martha decide pedirle ayuda a su hermana mayor, Lucy (Sarah Paulson), a quien no ve hace años. A pesar de estar confundida y desorientada, Martha parece sentirse aliviada y a salvo en la casa de Lucy y su marido Ted (Hugh Dancy), quienes, inicialmente, la aceptan y están contentos de tenerla como huésped. Pero, a medida que pasan los días, el ambiente de la casa comienza a presentar ciertas similitudes con el de la granja: en ambos, Martha ve la promesa de libertad y compañía, pero termina siendo juzgada y reprimida. Por ende, para la protagonista, los concepto de familia y hogar se deforman y se convierten en la idea de un ambiente hostil, lo cual dificulta su reintegración al mundo real, atormentada por el trauma, la ansiedad y la paranoia.

Martha aún no encuentra palabras para describir lo que le sucedió durante esos dos años y no es capaz de comunicarse con Lucy al respecto, lo cual produce una grieta entre las hermanas. Cuando Martha se angustia o se comporta de manera peculiar, en lugar de esforzarse genuinamente por comprenderla, Lucy, automáticamente, la juzga y la reta, como si fuera una niña que no sabe como portarse bien. El problema es que lo que le sucede no es un berrinche, son las secuelas y heridas de lo que vivió en silencio, de lo que distorsiona sus pensamientos y nubla sus recuerdos. Sí es cierto que Martha necesita ayuda, pero un tipo de ayuda que la proteja y la contenga, lejos de los prejuicios.

Al no tener un espacio seguro para procesar sus experiencias, el estado mental de Martha, ya de por sí frágil, se encuentra en desequilibrio total. Durante una escena, le pregunta a Lucy si alguna vez le ocurrió no poder distinguir una memoria real de un sueño, no saber si un hecho pasó de verdad o si fue pura fantasía. Aquella pregunta representa a la perfección las cosas que se le están pasando por la cabeza: la confusión en cuanto al abuso que sufrió y la paranoia de sentirse constantemente vigilada por sus compañeros de la secta.

Cada vez que se despierta, Martha no logra diferenciar por completo que imágenes se originaron en sus sueños y cuales pertenecen a la realidad. Cuando escucha ruidos en el techo, ¿lo está imaginando o no?, cuando cree que la observan desde la distancia con intenciones escalofriantes, ¿lo está imaginando o no?. Resulta imposible saberlo con certeza, ya que todo lo vemos a través de sus ojos y en el interior de su mente, viviendo en un estado permanente de limbo entre la realidad y la paranoia. Con aquella frase, que utilicé como título, me refiero a que Martha no está presente ni en el ahora ni en el pasado, ni en la realidad ni en la fantasía, porque no puede distinguir que aspectos conforman a cada uno de ellos. La paranoia carcome sus pensamientos, intentando convencerla de que "ellos" la van a encontrar y la van a capturar. Si bien es cierto que logró escapar físicamente de la secta, mentalmente es otra historia. En ese sentido, Patrick ha triunfado, porque aún separados por metros y más metros, su oscuridad y su control siguen vigentes en cada pensamiento de la joven.




El final es, probablemente, el aspecto más discutido de esta película, tremendamente ambiguo. Hay quienes se inclinan por la versión de que realmente están siguiendo a Martha, Lucy y Ted, y que algo terrible sucederá luego del fade to black de la pantalla, pero yo me inclino por otra. Como es de esperarse según lo que expresé en los párrafos anteriores, yo creo que todo, o al menos la mayoría de, todo lo que ocurre está dentro de la mente de la protagonista. Es decir, es posible que un hombre se parara en el medio del camino y que el auto que se ve detrás siguiera en la misma dirección, pero no necesariamente porque sean miembros de la secta que vienen a buscar a Martha o a herir a su familia. Para mí, el final es perfecto tal y como es, representando el hecho de que Martha siempre sentirá que debe mirar hacia atrás, en gran parte a causa de la paranoia que surgió como secuela y también a causa de que el mundo está repleto de depredadores que la verán como una presa fácil, al igual que lo hizo Patrick.

Martha Marcy May Marlene es una película llena de detalles que aún no he descifrado, y que ha logrado ganarse un espacio en mi lista interminable de favoritos. Hace tiempo que quería publicar algo sobre ella, pero siempre me encontraba sin palabras a la hora de escribir, porque es una obra maestra, no en la vena magnífica de The Godfather, pero lo es a su manera, en el espíritu de una chica perdida en una sociedad que te traga y te escupe sin piedad.








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