The Handmaid's Tale, o "no dejes que los bastardos te tiren abajo."




Debido a la cantidad de series que se producen hoy en día, a veces es difícil encontrar una que realmente te haga sentir algo especial o que supere tus expectativas de una manera inimaginable. Con esa misma mentalidad decidí darle una oportunidad a The Handmaid's Tale, producida por MGM y Hulu. Por suerte, se convirtió en una increíble excepción que logró enamorarme desde sus primeros minutos hasta el final. Aviso que este posteo está repleto de spoilers.

The Handmaid's Tale esta basada en la novela epónima de Margaret Atwood, publicada en 1985, en la que Estados Unidos pasa a estar gobernado por una dictadura teocrática que destruye los derechos humanos y convierte a las mujeres en esclavas. A causa de que los niveles de fertilidad han caído en picada, aquellos que están en el poder toman la decisión de que las mujeres fértiles del país sean entrenadas y convertidas en "criadas" que se encargarán de parir hijos para los matrimonios estériles de la alta sociedad, sometidas cada mes a violaciones sistemáticas. Este nuevo mundo, este nuevo régimen del terror se llama Gilead.

Atwood construyó el concepto de su novela distópica basándose en antecedentes históricos e ideologías que han existido a lo largo de los siglos, como, por ejemplo, los valores Puritanos de Estados Unidos en la antigüedad, la iconografía del régimen Nazi y el programa Lebensborn, diseñado para aumentar los porcentajes de nacimientos entre las mujeres Arias. Tambien la paranoia y la vigilancia Orwelliana en China y Alemania del Este (1). En las palabras de la escritora: "The Handmaid's Tale es un libro sobre 'que pasaría si...', pero específicamente sobre 'que pasaría si muchos acontecimientos que han ocurrido, ocurrieran de nuevo en un lugar distinto'." (2)

Cuando la protagonista, June (Elisabeth Moss), es despedida de su trabajo junto con todas sus colegas femeninas debido a que "la ley lo ordena" o cuando el sueldo que había depositado en el banco desaparece sin aviso previo, el shock, el miedo y la sorpresa que siente June son instantáneamente compartidos por los espectadores, ya que la mayoria de las mujeres de cierta edad trabajan y ganan sueldos, entonces ya no lo vemos como una historia de ciencia ficcion distópica, sino que empieza a parecer espeluznantemente real y relevante. Lo mismo podría decirse en relación a otra escena, en la que Janine (Madeline Brewer), una de las criadas, confiesa que, en el pasado, fue violada por un grupo de hombres. Luego de relatar aquella traumática experiencia, es acusada de ser la culpable y las demás chicas se ven obligadas a insultarla y señalarla. Ninguna mujer del siglo XXI puede decir que esto forma parte de una realidad paralela o una fantasía, esto se aplica a aspectos de nuestra realidad actual alrededor del mundo, como el trato que reciben los homosexuales, denominados "traidores del género" y ejecutados o forzados a esconder su sexualidad.

Durante uno de los flashbacks en los que June nos narra como la sociedad pasó de ser una democracia a convertirse en Gilead, de su boca salen las siguientes palabras: "Antes estaba dormida. Así fue como dejamos que esto suceda." Es tiempo de que nos despertemos.




A simple vista, la nueva Nación de Gilead podría ser confundida por una utopía, por un paraíso hermoso y sofisticado, al igual que el matrimonio de los Waterford. Pero debajo de la belleza se esconden el odio y la hipocresía, como los cadáveres que cuelgan en los muros y las heridas ensangrentadas que se camuflan con los uniformes de las criadas. En la serie, Fred y Serena Waterford (Joseph Fiennes y Yvonne Strahovski) son jóvenes y atractivos, él un Kennedy y ella Grace Kelly, pero la verdad es que no existe amor entre ellos y ni siquiera son capaces de mirarse a los ojos; lo único que los une es la ciega desesperación por un bebé y el dominio de su nuevo reino. Las mansiones que adornan las calles están habitadas por demonios y las promesas de tradición y valores familiares surgen del sector mas oscuro de la ultra derecha conservadora. No todo lo que brilla es oro y los pueblos no debemos dejarnos engañar por las amenazas que disfrazan sus intenciones de bondad y compasión.

Como mencionan en un artículo de The Guardian, en numerosas ocasiones, la serie se enfoca en los horrores pequeños dentro del horror inmenso y colectivo. Por ejemplo, ciertos detalles como el hecho de que a todas las mujeres fértiles se les prohíbe el uso de sus nombres reales y, de acuerdo al hombre del matrimonio que les ha sido asignado, pasan a llamarse of (de) seguido del nombre determinado. June se convierte en Offred, así como Janine se convierte en Ofwarren, y aunque parezca inofensivo, es otro paso más para transformarlas en figuras sin identidad, pensamientos ni pasado. Tanto los Waterford como el resto del gobierno sabían que una forma efectiva de dividir y controlar a la gente es deshumanizarla, quitarles a estas mujeres todo rasgo de personalidad y sentido de sí mismas. En Gilead, se busca aislar a las criadas y hacerlas desconfiar la una de la otra, convencerlas de que se espían entre sí, para que no se creen vínculos ni un sentido de comunidad entre ellas.




A pesar de que al ver The Handmaid's Tale, más de una vez dan ganas de taparse los ojos ante la tortura asquerosa que sufren estas mujeres, la serie también tiene su lado positivo, que en lugar de aterrorizar, inspira. Creo que uno de los interrogantes más importantes que presenta es: ¿Cómo puede una mujer intentar ganar poder en una sociedad que goza de su represión y crece a partir de su sufrimiento? La respuesta no es simple, pero tanto Margaret Atwood como todo el equipo de la serie se esfuerzan en proporcionarla.

En una entrevista muy interesante que le hicieron a Elisabeth Moss, la protagonista y una de las productoras, resalta una frase del libro y de la serie: "Vos podes significar más que uno, podes significar miles." Moss opina que esta primera temporada tiene mucho que ver con la idea de separar a las personas para impedirles que tengan una voz y que así pierdan su poder, tanto individual como colectivo. De todos modos, tanto en distintos momentos de la serie como en el final, June, su amiga Moira (Samira Wiley) y el resto de las chicas encuentran modos, a veces aparentemente insignificantes, de recuperar esa voz y ese poder que les fueron arrebatados junto con sus hijos y sus vidas. El final es especialmente significativo en cuanto a dicho aspecto, ya que cuando Janine es sentenciada a morir apedreada por haber puesto en peligro al bebe que dio a luz, las demás criadas son escogidas para cumplir con el rol de ejecutoras. Pero el cambio tan satisfactorio y tan esperado se produce cuando ellas se niegan rotundamente a ser cómplices de semejante acto. Al comienzo, sólo una se opone abiertamente, pero luego se opone otra, y otra, y eventualmente todas arrojan sus piedras a un costado.

Volviendo a la deshumanización como método de control, lo que ocurre durante el final es la expresión opuesta: la humanización. Todas conocen a Janine, la ven como un ser humano y se reconocen a sí mismas en su sufrimiento y sus añoranzas de libertad. En mi opinión el último capítulo es esperanzador y representa un rayo de luz entre la oscuridad que permanece omnipresente a lo largo de la serie. June, poco a poco, fue descubriendo el poder y la fuerza que existe dentro suyo, y lo que sucede en "Night" es que ya no le importa ser amenazada y castigada, ya no va a temblar ante los golpes de Serena y las descargas eléctricas de Tía Lydia (Ann Dowd), su "entrenadora". Ha llegado a un punto límite en el que se encuentra tan destrozada y traumatizada por la sociedad que la rodea, que toma la decisión de que, si este es el mundo en el que está obligada a vivir, no va a participar de él y no va a seguir sus reglas. Cuando Janine se sienta y cierra los ojos en la espera de su muerte, todas se miran a la cara y, por primera vez, dicen: "No vamos a hacer esto."




The Handmaid's Tale es una de las mejores series de los últimos años y, en mi opinión, es y será la mejor del 2017, por ahora acompañada por The Keepers, que ocupa mi segundo puesto. Si tuviera que enumerar las virtudes y los aspectos más fascinantes de esta producción, sería una lista infinita y abundante en hipérboles. Además de las actuaciones magistrales, la preciosa cinematografía y los guiones, me gustaría hacer hincapié en lo siguiente: lo multidimensionales y profundos que son todos los personajes. A medida que avanzaban los capítulos, había determinadas situaciones en las que sentía compasión y hasta comprendía a los Waterford, sobre todo a Serena. No existen villanos como las madrastras y las brujas de Disney, porque hasta los "malos" tienen una historia personal y un pasado, en parte gracias a los flashbacks que fueron incorporados en la serie.

En respuesta al hecho de que las ventas de la novela de The Handmaid's Tale y también 1984 de Orwell han aumentado considerablemente durante los últimos años, Margaret Atwood asegura que: "Nos gusta pensar que el progreso avanza en una línea recta en constante subida, pero nunca ha sido así. Uno puede pensar que está viviendo en una democracia liberal y, de golpe...bang, te encontrás en la Alemania de Hitler. Es algo que puede ocurrir más repentinamente de lo que se cree." (3)

El capítulo cuatro se llama "Nolite Te Bastardes Carborundorum", en honor a una escena en la que June descubre que alguien, tal vez la Offred que existió allí antes que ella, talló dicha frase en la pared de su armario. La frase está escrita en latín y significa "no dejes que los bastardos te tiren abajo." Fred es quien le traduce el mensaje, inocentemente, sin darse cuenta de que le está brindando un mantra a su esclava y un grito de batalla a una nueva resistencia.








CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24


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