Cinco razones: my life as a dog (1985)



El segundo post de esta nueva categoría está dedicado a My Life as a Dog (1985), dirigida por Lasse Hallström y basada en una novela de Reidar Jönsson. La película se centra en un período (1958 - 1959) en la vida de Ingemar (Anton Glanzelius , un niño de doce años que vive con su hermano mayor y su madre (Anki Lidén), quien se encuentra gravemente enferma. Los hermanos no tienen una muy buena relación y siempre terminan causando problemas, razón por la cual deciden separarlos y mandarlos a vivir con sus parientes. Ingemar no se toma muy bien la noticia, en especial porque no puede llevarse consigo a su querida perra, pero la situación resulta ser mejor de lo que esperaba cuando se muda con sus tíos en un pintoresco pueblo rural llamado Småland.




1. INOCENCIA PURA

En el caso de las películas protagonizadas por niños, siempre resulta admirable cuando los guionistas y los cineastas son capaces de conservar esa verdadera sensación de ingenuidad que acompaña a la infancia y crear diálogos que parezcan auténticos. My Life as a Dog es un gran ejemplo de dichos aspectos ya que logra que las emociones que siente y las experiencias que atraviesa el protagonista se vean de un modo genuino, con un efecto extremadamente conmovedor en el espectador. No hay ni una sola escena en la que uno sienta que los actores están siendo explotados u obligados a interpretar situaciones forzadas o incómodas, cada momento se siente natural y lleno de inocencia. 




2. EL PUEBLO 

Mientras estaba viendo la película, temía que cuando Ingemar llegara a Småland se encontraría con un ambiente hostil y una familia que lo vería como una gran molestia, algo a lo que el pequeño ya estaba acostumbrado. No se imaginan el alivio que sentí cuando descubrí que los tíos Gunnar (Tomas von Brömssen) y Ulla (Kicki Rundgren) eran simpáticos y bondadosos, felices de recibir a su sobrino durante un momento difícil. Pero no es sólo eso, sino que todo el pueblo está habitado por un grupo de gente sumamente adorable, pintoresca y divertida. Todos en el pueblo parecen estar algo locos y es genial, desde el señor Arvidsson (Didrik Gustavsson), que se excita escuchando el texto de las publicidades de lencería, Berit (Ing-Marie Carlsson), la encantadora "femme fatale" del pueblo, Manne (Jan-Philip Hollström), con su cabello verde, hasta Fransson (Magnus Rask), que dedica sus días a subirse al techo y "reparar" incesablemente su tejado. La fabrica de vidrios en la que trabajan todos, el taller del abuelo de Manne, la "casa de verano" del tío Gunnar...en fin, podría pasarme horas describiendo al pueblo y cada una de las cosas que me encantan de él. 





3. TODO TIEMPO PASADO, ¿FUE MEJOR?

Antes de ver My Life as a Dog, leí algunas críticas que aseguraban que la película era sumamente triste y algo deprimente, pero mi opinión es totalmente opuesta. Sí, es cierto, a lo largo de la historia, Ingemar pasa por experiencias dolorosas. Primero, pierde su hogar cuando lo envían a un lugar lejano y desconocido, pierde a su mascota tras tener que abandonarla, pierde a su madre y, por ende, pierde una gran parte de su inocencia, dejando atrás su niñez. Pero, al mudarse a Småland, Ingemar conoce a otra parte de su familia, que se preocupan por él y están dispuestos a cuidarlo, y también se encuentra con una comunidad a la cual, sinceramente, parece pertenecer más y encajar mejor que en su antiguo hogar en la ciudad. A pesar de que el niño sufre enormemente por el fallecimiento de su madre, una situación que lo angustia y lo confunde, el final de la película es esperanzador. Ingemar siempre recordará esos momentos junto a su madre, a la orilla de un lago, riendo bajo el sol, pero imaginen cuantos recuerdos felices y soleados podrá crear a lo largo de los años en su nuevo hogar. 




4. MUNDO ADULTO, ALLÍ VOY

Como ya mencioné brevemente, a lo largo de la película, Ingemar va perdiendo parte de su inocencia porque el mundo que lo rodea lo obliga a dejar de ser un niño y empezar a crecer. Él es consciente de lo que está ocurriendo, a pesar de que no quiera aceptarlo, sabe que pronto tendrá más y más responsabilidades y que, sin importar cuantos berrinches decida hacer, está creciendo. Parte de ese proceso de crecimiento es el cambio, representado, por ejemplo, en la gente nueva que Ingemar va conociendo. Probablemente no verá más a su hermano, ni a su amiga de dos colitas, y definitivamente no volverá a ver a su madre, pero esto es algo que nos ha ocurrido y nos ocurrirá a todos, la gente se va y conocemos a nuevas personas que formarán parte de nuestras vidas. Un capítulo de la vida de Ingemar se cerró, pero el siguiente capítulo está conformado por futuras aventuras, experiencias y oportunidades que irán definiendo su identidad. 





5. LAS ACTUACIONES

Aunque, por ahora, mi actuación favorita por parte de un actor infantil es la de Enzo Staiola en Ladrones de Bicicletas (Ladri di biciclette), me fascinaron las interpretaciones de Anton GlanzeliusMelinda Kinnaman (Saga). Honestamente, todas las interpretaciones de My Life as a Dog son convincentes y cada personaje tiene su encanto. Kinnaman, en especial, le da vida a Saga con mucha audacia y madurez, ya que no es un personaje sencillo.









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