Proyecto Scorsese, parte II: No compensas tus pecados en la iglesia, lo haces en las calles
MEAN STREETS (1973)
Cada tanto, uno se encuentra con ciertas películas que lo emocionan, lo inspiran y lo sorprenden. Martin Scorsese debutó con su primera película a fines de los sesenta, Who's That Knocking At My Door?, pero no fue hasta 1973 que realmente llamó la atención del mundo cinematográfico con Mean Streets. Scorsese acababa de terminar de dirigir un proyecto del productor Roger Corman llamado Boxcar Bertha, con David Carradine y Barbara Hershey, pero el joven director se sentía frustrado. Uno de sus amigos y mentores, el gran cineasta independiente John Cassavetes, le aconsejó que corriera el riesgo de crear una película personal que le generara pasión, que no volviera a gastar otro año de su vida dirigiendo algo que no valía la pena. Y así fue como Scorsese decidió seguir ese consejo y, junto con Mardik Martin, compañero de la NYU, escribió el guión para lo que más tarde sería Mean Streets, basándose en la cultura, las experiencias por las que pasó y distintas personas que conoció durante su infancia y adolescencia en el barrio neoyorquino de Little Italy. Esta fue la película que lo transformó en un verdadero autor.
En un principio, el título de este nuevo guión era Season Of The Witch y se centraba en el conflicto interno de un hombre que tiene la posibilidad de convertirse en alguien importante dentro de la mafia de su barrio, pero que tiene fuertes creencias religiosas y siente culpa por el estilo de vida que lleva. El título terminó convirtiéndose en Mean Streets, sacado de un ensayo escrito por Raymond Chandler, famoso autor de novelas policiales (1). Esta película no sólo puso a Scorsese en el mapa de la nueva ola de cineastas norteamericanos que revolucionaron el cine durante esa época, sino que fue el empujón que finalmente puso en marcha las carreras de Harvey Keitel, y especialmente, de Robert De Niro.
Mean Streets esta ambientada en Little Italy y rara vez, a lo largo de la película, vemos otra parte de la ciudad que no sea ésta. Charlie (Keitel) es el sobrino de una figura de la mafia dentro del barrio, que le ofrece la oportunidad de convertirse en el dueño de un restaurante. Pero Charlie tiene un par de problemas que se interponen en su camino: sus amigos, más que nada el explosivo Johnny Boy (De Niro). De hecho, describirlo como errático sería poco. Johnny no puede parar de meterse en problemas y en peleas, y le debe dinero a casi todo el mundo, a veces hasta pareciera que se jactara de tener tantas deudas y no hacer nada al respecto. Todos le aconsejan a Charlie que se aleje de su amigo, pero él siente que tiene la responsabilidad de ayudarlo porque si él no lo hace, nadie más se ocupará. También permanece a su lado porque es como una manera de redimirse de la culpa que lo atormenta, hace una buena acción: ayudar a Johnny. Por otro lado, Charlie mantiene una relación secreta con la prima de Johnny, Teresa (Amy Robinson), tildada de loca por ser epiléptica. Ya el hecho de que se lo asocie con Johnny arruina la reputación de Charlie, y si se supiera de su relación con Teresa sería aún peor. Para alguien como él, lo más importante es su barrio y el respeto por parte del mismo. Nuevamente, nos encontramos con el conflicto del hombre en el mundo de Scorsese: un hombre dividido por sus influencias culturas y sociales, y sus verdaderas aspiraciones y deseos. La religión y el centro moral del hombre versus sus deseos y la realidad que lo rodea.
El monólogo interno de Charlie, realmente la voz del propio Scorsese, revela las dudas que se le presentan y el conflicto por el que el protagonista está atravesando con respecto a su rol como cristiano y como miembro de una comunidad específica, en este caso la italoamericana en Manhattan y, posiblemente, la mafia. Esta decisión marca el contraste entre los pensamientos y reflexiones de Charlie, y sus actos; la culpa que lo come por dentro al saber que, fuera de la iglesia y del confesionario, su vida no cumple con su ideal católico. Acá hay una relación definitiva con Who's That Knocking, particularmente la ultima escena en la que J.R. entra a la iglesia y se confiesa, para luego salir a la calle y seguir con su vida hipócrita. Pero, Charlie cree que puede redimirse mediante Johnny Boy, actuando como si fuera el Francisco de Asís que encaminaría a su perdido amigo. Lo que él no es capaz de ver, es que Johnny Boy no tiene intención alguna de "ser salvado" y lo único que logrará es hundir a cualquiera que se quede a su lado.
El uso de Be My Baby junto con los videos filmados en 8mm que Scorsese utiliza como introducción, simbolizan los valores y normas de una época pasada y la idea de una cierta inocencia perdida. Esta introducción nos brinda un sentido de pertenencia dentro del mundo al que estamos a punto de ingresar, y Scorsese nos introduce en él perfectamente al hacer zoom en la última imagen en 8mm para meternos dentro de Little Italy durante la Fiesta de San Gennaro. La presencia constante de esta celebración representa la tradición, cultura y religión que rodean a Charlie y al barrio. La introducción de Mean Streets es una de mis escenas favoritas de todo el cine, es tan simple pero tan efectiva.
"You don't fuck around with the infinite." |
Johnny Boy |
Continuando con la temática religiosa, durante la escena de sexo entre Charlie y Teresa, lo observamos a él acostado en la cama en una pose similar al Jesús crucificado, con la luz proveniente de la ventana, proyectándose sobre él a través de las persianas americanas como si fueran las rejas de una prisión. Y ante él, se para ella, una mujer que se interpone entre la audiencia y Charlie. Es una escena sutil, pero observada bajo el contexto religioso y cultural, se puede apreciar como representa a Charlie como un individuo preso de sus creencias, su religión y lo que le han inculcado, pero que, reiteradamente, cae en las tentaciones de un mundo violento, de lo que quieren sus amigos, lo que quiere su tío y el amor de Teresa, quien se interpone tanto entre sus metas ideológicas y religiosas como las metas de poder y corrupción dentro de su barrio. Finalmente, Charlie paga el precio de creer que puede controlar el infinito (Dios, la religión, lo divino) al castigarse a sí mismo mediante sus propias "penitencias", tras rechazar con inconformidad los Ave María.
Charlie se siente atraído por una bailarina del bar de Tony (David Proval), pero ni siquiera es capaz de ir a tomar algo con ella por el hecho de que es negra. Algo parecido ocurre en una escena en la que, escapándose de un tiroteo, Michael (Richard Romanus) acepta llevar en el auto a una pareja gay, lo cual aparentemente repugna a Charlie. También, por qué no, la epilepsia de Teresa, ya que todos estos detalles representan la dificultad que Charlie tiene a la hora de aceptar a lo que es considerado minoría, diferente o extraño por aquellos que lo rodean, eso debe ser rechazado. A Charlie le gusta la bailarina, pero debe rechazarla, y a pesar de que quiere a Teresa, le cuesta no pensar sobre ella como lo hacen todos los demás. Le cuesta romper con esa burbuja dentro de la que vive, al igual que J.R. en Who's That Knocking At My Door?. En el post anterior, cité a Mardik Martin, guionista que colaboró con Scorsese, quien señala que la relación entre los personajes que interpreta Keitel en ambas películas y Scorsese era más que nada interna y espiritual. Nuevamente, al igual que en Who's That Knocking, Charlie y sus amigos u otros tipos del barrio, buscan imponer respeto y se desafían entre ellos para ganar una posición de máxima autoridad.
La eminente entrada de Johnny Boy al compás de Jumpin' Jack Flash de los Stones es reminiscente a la escena de Goodfellas, alrededor de dos décadas más tarde, en la que Johnny The Gent, también interpretado por De Niro, observa a Morrie, planeando su asesinato con Sunshine Of Your Love sonando de fondo. La escena en la que Charlie está borracho y la cámara lo sigue de cerca, imitando sus movimientos tambaleantes, mientras le dan tragos y lo abrazan, me recuerda a la gran escena cerca del final de Goodfellas en la que Scorsese nos ubica dentro de la mente de Henry (Liotta) bajo el efecto de la cocaína, sumido frenéticamente en la paranoia. Scorsese quiere que verdaderamente experimentemos los mundos tanto internos como externos de los personajes que presenta. A pesar de que la ya famosa afinidad musical del cineasta se puede apreciar en su primer película, es en Mean Streets donde realmente logra tener completo control y perfeccionar esa técnica de acompañamiento musical que tanto adora y adoramos, con momentos que no serían los mismos sin las canciones que los acompañan, mezclando un poco de rock del momento, el doo wop de principio de los sesenta con ópera y música tradicional italiana. Es cierto, Scorsese no fue la primer persona en usar música en sus películas, pero sí creo que fue quien le dio un nuevo significado, quien comenzó a añadir música de un modo que contribuía a la historia que estaba contando. La música en las películas de Scorsese aportan emociones específicas y un impacto emocional a cada escena.
El uso de Be My Baby junto con los videos filmados en 8mm que Scorsese utiliza como introducción, simbolizan los valores y normas de una época pasada y la idea de una cierta inocencia perdida. Esta introducción nos brinda un sentido de pertenencia dentro del mundo al que estamos a punto de ingresar, y Scorsese nos introduce en él perfectamente al hacer zoom en la última imagen en 8mm para meternos dentro de Little Italy durante la Fiesta de San Gennaro. La presencia constante de esta celebración representa la tradición, cultura y religión que rodean a Charlie y al barrio. La introducción de Mean Streets es una de mis escenas favoritas de todo el cine, es tan simple pero tan efectiva.
Fiesta de San Gennaro |
Cabe resaltar en Mean Streets la segunda participación de Catherine Scorsese, madre del director, en una de sus películas, esta vez como la vecina que ayuda a Teresa durante un ataque epiléptico. La escena final consiste de esa misma vecina bajando la persiana de su ventana en uno de los departamentos, algo que no creo que haya sido casualidad o escogido como final al azar. Scorsese demuestra, mediante las participaciones de su madre en sus películas, lo importante que es para él la presencia de la familia y de la figura materna, los vínculos que nos ligan a nuestras raíces y nuestra cultura, el lugar tanto emocional como físico de donde venimos. Scorsese cuenta en una entrevista que la relación entre Charlie y Johnny está prácticamente basada en la relación entre su padre y su tío, dos hermanos de los cuales uno, su padre, era un hombre trabajador y de familia, y el otro, su tío, se metía en problemas y debía dinero (2). De hecho, el propio Scorsese actúa en muchas de sus películas, aunque suelen ser simples apariciones, pero en Mean Streets lo podemos ver en varias escenas y cumple un rol significante durante la persecución y tiroteo del final, lo cual demuestra lo realmente personal que fue para él este proyecto.
Catherine Scorsese bajando la persiana |
Richard Romanus como Michael y Scorsese como Shorty |
"La película utiliza colores e iluminación para sugerir el punto de vista moral de Charlie. El mundo real está filmado en colores ordinarios, pero cuando Charlie entra al bar de su amigo Tony, la imagen siempre se tiñe de rojo, el color del sexo, la sangre y la culpa. Charlie transita la película en busca del perdón, el perdón de su tío Giovanni (Cesare Danova), que es el jefe local de la Mafia, y el perdón de Teresa, de su mejor amigo Johnny Boy, del usurero Michael y, inclusive, el perdón de Dios. Quiere la redención. Si 'The Godfather' de Francis Ford Coppola se centró en la imagen de la Mafia como un gobierno entre las sombras, 'Mean Streets' de Scorsese inspiró el otro tipo de películas de gangster, las de la realidad cotidiana. 'The Godfather' es sobre carreras, 'Mean Streets' es sobre trabajos" -Roger Ebert (4)
Justamente, como Ebert lo indica, en The Godfather, los mafiosos que protagonizan la historia viven en casas grandes, visten trajes elegantes y tienen dinero de sobra. En cambio, los criminales de Mean Streets son todo menos elegantes y adinerados. Coppola decidió contar la historia de su película como si fuera una obra de Shakespeare, una gran tragedia, algo épico, pero Scorsese simplemente se basó en lo que mejor conocía: las calles de su barrio.
"Si hago cosas malas, ¿soy una mala persona? ¿Puedo ser una buena persona a pesar de las cosas malas que he hecho? ¿Puedo compensar los pecados que cometo en una parte de mi vida haciendo buenas acciones en otra? ¿Es posible el perdón? ¿La redención es alcanzable? ¿O siquiera importa si realmente no hay nadie ni nada observándonos? Esas son algunas de los conflictos católicas que han preocupado al cineasta Martin Scorsese a lo largo de su carrera. En Mean Streets, Charlie se cuestiona la pregunta de si una acción puede compensar otra: 'Bueno, acabo de salir de confesarme y el cura me da el típico castigo de diez Ave María y diez Padre Nuestro, pero aquellas cosas no significan nada para mí, son sólo palabras...Quiero decir, si hago algo mal, quiero pagar por ello a mi manera, así que hago mi propia penitencia por mis propios pecados.' Pero, ¿pueden los pecados ser realmente 'pagados'? ¿Y cuál es el verdadero costo?" -Jim Emerson (5)
Luego de los créditos finales, en la pantalla pintada de negro se lee "A Martin Scorsese Movie"...y así fue, pura y completamente suya.
En el 2011, Martin Scorsese participó de la introducción y proyección de Mean Streets como parte de una serie llamada "50 Años del Festival de Cine de Nueva York", moderada por la Film Society of Lincoln Center. Como respuesta a una de las preguntas que le hicieron luego de la proyección, Scorsese citó como inspiración a la hora de filmar Mean Streets las siguientes películas: (6)
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