El poder de las historias que contamos


Hace un poco más de una semana tuve el privilegio de conmoverme con una de las películas más intimistas, sinceras y emotivas que recuerdo haber visto en mi vida. Lo que acabo de decir puede sonar hiperbólico, pero Stories We Tell (2012), de la actriz y directora canadiense Sarah Polley, es una joya del universo cinematográfico. 

La película toma como figura central a Diane Polley, actriz de teatro y madre de Sarah. Toda su familia y sus amigos la describen como una mujer llena de vida, de carácter extrovertido, divertida y aventurera, alguien que cautivaba a los demás con su sonrisa contagiosa. Tras el divorcio de su primer marido, Diane se convirtió en la primer mujer canadiense que perdió la custodia de sus hijos a causa de ser acusada de "madre irresponsable" y "adúltera" por enamorarse de otro hombre. Aquello es señalado como el hecho más trágico de su vida, como algo que la marcó y por lo cual siempre sintió culpa y dolor, ya que no fue capaz de cuidar y proteger a sus hijos cuando ellos la necesitaban. Entonces se podría decir que Stories We Tell, por un lado, explora la vida de Diane, aquellos detalles y características que formaban su personalidad, sus alegrías y sus tragedias, su familia y sus deseos. Pero, tristemente, Diane falleció de cáncer en 1990, por ende, no tiene la posibilidad de contar su propia historia, sino, en cambio, su historia es contada a través del impacto que dejó en sus seres queridos, las experiencias compartidas con ellos y el punto de vista personal de cada uno. Digamos que la primera parte o faceta de este documental es la figura de Diane, madre, esposa, actriz, amiga, pero Stories We Tell está conformada por varias facetas. Al comienzo, parece una biografía tradicional sobre Diane, pero a medida que continúa, se convierte en una exploración de la identidad, la familia, la falibilidad de la verdad y el poder de contar distintas versiones de una misma historia para recrear un hecho específico.



Otra de las facetas se enfoca más en la familia de Diane, aquellos que la rodeaban, especialmente su marido Michael Polley y sus hijos, entre ellos Sarah. El documental esta narrado por Michael (de hecho lo vemos grabando en un estudio) en tercera persona, excepto durante las secciones en las que Sarah entrevista a sus hermanos, al resto de su familia y a amigos de su mamá. Michael Polley también era actor y conoció a Diane cuando trabajaron juntos en una obra de teatro. Desde un principio, se pone énfasis en que ambos eran casi opuestos: como ya mencioné, ella era extrovertida y afectiva, y él era un hombre muy reservado, introvertido y frío, pero de todos modos, se adoraban. Durante años, luego de la muerte de Diane, surgió un "chiste" entre los hermanos Polley, que bromeaban diciendo que Sarah no se parecía en nada a su papa. A lo largo de los años, Sarah comenzó a tener dudas al respecto y decidió encaminarse en una especie de "investigación", interrogando a los amigos de su madre. Fue así como a los veintisiete años, confirmó que Michael Polley no era su padre biológico, sino un productor llamado Harry Gulkin.

El propio Harry, Michael y los hijos de Diane relatan la versión de los hechos que cada uno conoce o ha formado en su cabeza. Un aspecto esencial de Stories We Tell es que todos los que sabían algo o habían participado, aunque fuera indirectamente, tenían el derecho de contar la historia. Por momentos, nos encontramos con opiniones y racontos de los hechos que difieren entre sí, porque cada individuo nos presenta los hechos de la historia según el modo en el cual les tocó vivirla. Y a pesar de que Sarah apenas aparece frente a la cámara, esta también es su historia: reconstruir a la madre que no llegó a conocer como adulta y, al mismo tiempo, poner en duda el concepto de identidad y de verdad absoluta. Durante la mayor parte de su vida, Sarah creyó que la verdad absoluta consistía en que el hombre que la crió era, naturalmente, su padre, pero aquello resultó rotundamente falso, al menos en términos biológicos.




Las otras dos películas que forman parte de la obra de Sarah Polley también exploran las relaciones humanas y, particularmente, la infidelidad. Pero en este caso, dicha infidelidad no ocurre entre personajes ficticios, sino dentro de su propia familia. Un punto digno de tener en cuenta es como se construye la imagen de Diane a lo largo de la historia. Todos están de acuerdo en que la identidad que ellos construyen mediante anécdotas y recuerdos no la resucitará tal y como era en carne y hueso, corriendo el riesgo de convertirla en un personaje ficticio. Pero lo que sí se logra es representar a Diane como un ser humano, como alguien complejo, con necesidades y defectos, no una mujer irresponsable y malvada que casi arruina su "perfecta" vida familiar por un romance con un desconocido. Esto es gracias al modo en el que sus hijos y su marido aceptan y relatan lo ocurrido: con sorprendente comprensión, empatía y amor. De hecho, Michael asegura entenderla y siente pena por Harry, quien no logró tener a Diane y Sarah en su vida. Una de las hijas de Diane llora, comentando que se alegra de que su madre haya encontrado a un hombre que fue capaz de amarla de la forma que ella necesitaba, de una forma casi opuesta a la del distante Michael. La película no victimiza, denigra ni glamoriza...la película humaniza.

"Su primera preocupación fue que no la culpemos o juzguemos a mi madre por esto. Y cándidamente plantear y comunicar las dificultades que existían dentro del matrimonio de las cuales él había sido responsable." -Sarah Polley en relación a Michael (1)

"Una vez, hace años, alguien me preguntó "como era tu mamá?", y yo respondí "No lo sé, falleció cuando yo tenía once años. Entonces la persona me dijo "Bueno, como te hacía sentir?" y eso fue una gran ventana hacia la idea de que uno no necesita poder conocer intelectualmente a alguien para saber quién fue. Y, de hecho, once años es un largo tiempo, especialmente para tener a una muy buena madre, y es más de lo que muchos consiguen en una vida entera. Hasta los once años tuve una madre que me hacía sentir que la vida y el mundo eran realmente excitantes, que nos amaba, que era capaz de encontrar alegría en una vida con momentos trágicos, y mucho más que la mayoría de la gente nunca logra tener." -Sarah Polley (2)



Para contar su propia historia a través de todas las historias de sus familiares y conocidos, Sarah utiliza dos métodos. Uno consiste en las ya discutidas entrevistas con sus hermanos, padre, padre biológico, amigos de su madre, que están filmadas del modo tradicional conocido como "talking head" (cabeza que habla), un estilo de entrevista empleado constantemente en los documentales. El otro método es el uso de videos viejos de la familia, filmados en 8mm, en los que aparecen Michael, Diane, sus hijos, Harry e inclusive uno de los videos contiene imágenes del funeral de Diane. A su vez, estos videos funcionan como flashbacks entre las entrevistas, generalmente acompañados por la narración de Michael Polley o música instrumental. Pero hay un pequeño detalle que tardamos en reconocer: dichos videos no son lo que realmente parecen...son actuaciones dirigidas por Sarah. Esos videos que al comienzo parecen tan auténticos, tan nostálgicos, no son genuinamente viejos y los protagonistas no son los verdaderos Polley. De todos modos, sí hay filmaciones reales mezcladas entre las actuadas, pero en menor cantidad. En mi opinión, es un método ingenioso que funciona de maravilla en Stories We Tell, ya que nos ayuda a los espectadores a recrear momentos, acontecimientos y relaciones entre personas que jamás conocimos. Le da un toque nostálgico y muy íntimo a la película, como si nos hubiéramos metido en la casa de los Polley y estuviéramos revisando sus videos y álbumes fotográficos.

Sarah Polley comienza y termina la película con una frase de Alias Grace, novela de Margaret Atwood: "cuando estás en una historia es un caos, y solamente se convierte en una historia cuando te la contás a vos mismo o se la contás a alguien más." Yo creo que esto se refiere a que, al principio, Sarah se encontraba metida en el medio de la historia, descubriendo el secreto de su madre e intentando aceptarlo. Es un caos. Pero cuando la película finaliza, tanto ella como su familia nos han contado la historia a nosotros y se la han contado entre sí. Una de las preguntas que surgen a partir de la película es si realmente existe una única verdad, y es un tema que se debate reiteradamente: por un lado, Harry Gulkin siente que la historia le "pertenece" y afirma que no hay diferentes verdades, sino distintas reacciones ante un mismo acontecimiento. Pero, una de las hermanas de Sarah opina que no existe una única verdad que se pueda distinguir entre todas las historias. Personalmente, yo me inclino un poco más por lo último, ya que la realidad fue distinta para todos los que formaron parte o se vieron afectados por la infidelidad de Diane, su realidad fue una, la de Harry fue otra, la de Michael fue otra y la de Sarah al descubrirlo también. Esto no quiere decir que alguno mienta, todo lo contrario, cada uno tiene una verdad distinta porque, en una situación así, se ponen en juego los sentimientos particulares de cada individuo.

Por ejemplo, tras el fallecimiento de un ser querido, cada familiar lo vive de un modo distinto, dentro de una realidad propia. Uno puede creer que ya le había llegado la hora y que estaba sufriendo debido a una enfermedad, pero otro puede verlo como algo que sucedió antes de tiempo, algo trágico. A eso me refiero con la existencia de diferentes realidades y verdades en base a como uno siente una determinada situación. Todas las historias que se cuentan en Stories We Tell son verdaderas y genuinas, que una difiera de otra no les quita veracidad.

Stories We Tell es una carta de amor a Diane, a una madre que se fue, una esposa y amante. Una mujer que vive eternamente en la memoria de todos aquellos que la amaron. Stories We Tell es un registro de la búsqueda de un padre. Stories We Tell es la unión de una familia para mirar hacia adentro y descubrir su historia. Es la experiencia de descubrir nuestra identidad, pero saber diferenciar la identidad personal de la identidad biológica. Es escuchar las verdades de los demás y aún así reconocer la nuestra.


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