"En el origen de nuestra lucha yace el deseo de todas las libertades"

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El Puto Inolvidable (2018) es un documental, dirigido por Lucas Santa Ana, sobre la vida y la militancia –ámbitos profundamente interrelacionados e inseparables- de Carlos Jáuregui, activista gay e icono argentino de la comunidad LGBTIQ+.

Jáuregui fue el primer presidente de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina), desde 1984 hasta 1987, y luego fundó la asociación Gays por los Derechos Civiles. También organizó, en 1992, la primera marcha del Orgullo Gay y Lésbico en Buenos Aires. Fue el perseverante impulsor del primer proyecto de unión civil para los homosexuales, y de la inclusión del término “orientación sexual” en la cláusula anti discriminatoria de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. 

El documental, si bien tradicional en su estilo y estructura, retrata a Jáuregui con profundo amor y admiración, protagonizado por un coro de voces cariñosas compuesto por sus amigos y compañeros, que se emocionan hasta las lágrimas y sonríen al recordar a aquél hombre que les cambió la vida. 

Carlos Jáuregui creía fuertemente en la visibilidad, en transformar a la homosexualidad en un tema de interés público que no sólo atravesaba los derechos y las libertades de los homosexuales, sino los derechos y las libertades de todos los seres humanos; “sí, somos homosexuales, pero también somos personas”, se lee en el titular de un diario. La idea era, después de tantos años de mantenerse ocultos, mostrarse, y, justamente, mostrarle a la sociedad argentina que los gays no eran personajes exóticos y lejanos, sino que podían ser sus propios familiares, sus amigos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo, parte de lo cotidiano. En 1984, Carlos se convirtió en el primer hombre abiertamente gay en aparecer en la tapa de una revista, junto a otro hombre, Raúl Soria, también de la CHA. De hecho, creía tanto en la potencia de la visibilidad mediática, que, en una ocasión, se “infiltró” en una camioneta de la policía durante una de las habituales redadas, sabiendo que su nombre saldría en los diarios. “Con discriminación y represión no hay democracia” era el título de una solicitada publicada por la CHA en mayo de 1984 en el diario Clarín.



Además, otro aspecto que Carlos veía como esencial para la lucha era el terreno de lo judicial, de lo civil, de las leyes. Esta epifanía surgió a partir de una experiencia personal, luego de que su pareja, Pablo Azcona, falleciera de enfermedades vinculadas al SIDA en 1988. Ambos convivían en un departamento que le pertenecía legalmente a Pablo, y del cual Jáuregui fue echado por la familia Azcona el mismo día del velorio, quedando en la calle. La cosa era simple: si hubieran podido casarse, si hubieran tenido la posibilidad de firmar el departamento a sus nombres, eso no hubiera ocurrido. Era otro ámbito más en el cual los gays no contaban con protección alguna. Fue claro en ese momento que para que los homosexuales pudieran vivir dignamente, la militancia debía continuar por el lado de lo legal, y de ahí surgió la idea de fundar Gays por los Derechos Civiles. Como todas las ideas de Jáuregui, esta también se materializó, gracias a su esfuerzo y al de sus compañeros. 

Pero Carlos no se limitó a la lucha por y para los gays, sino que se dedicó también a apoyar a la comunidad travesti – trans para que pudiera generar y adueñarse de un espacio propio de militancia a partir del cual reclamar sus derechos, como lo fue la ATA (Asociación de Travestis Argentinas). El documental cuenta con testimonios y archivos de militantes como Lohana Berkins y Patricia Gauna

El Puto Inolvidable pinta a Jáuregui como el líder militante modelo: aquella persona que personificaba a la vez el alma y el cerebro de todos sus proyectos. Era el motor humano que potenciaba a todos sus compañeros, era sumamente inteligente y sabía expresarse de manera clara, sabía cómo organizarse. Volviendo al primer párrafo, su vida era su lucha, y su lucha su vida. Esto se volvió aún más real cuando, primero su novio, luego su hermano Roberto, y eventualmente Carlos, contrajeron el virus del VIH, lo cual pasó a convertirse en una enorme parte de su activismo. Ante este diagnóstico, siguió su misma filosofía de siempre, su leitmotiv: la visibilización, el hacerlo público, la única forma de romper con el estigma. El VIH y el SIDA no podían ser fantasmas ni vergüenzas ocultas bajo llave, debía ser, también, un tema de interés público, una lucha colectiva.

Hoy en día, la figura de Carlos Jáuregui, a veintitrés años de su muerte, no ha perdido relevancia ni se ha vuelto anticuada, al contrario, cobra más fuerza y vigencia que nunca. Sus palabras resuenan en las voces de militantes jóvenes que ni siquiera habían nacido cuando Carlos sostenía firmemente su megáfono en las calles porteñas, y su lucha incansable se vio plasmada en la aprobación de la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario en el año 2010. Él tenía razón en la víspera de aquella primera marcha: no sería la última, seguirían muchas más, y treinta años después las personas seguirían saliendo a la calle a reclamar. A reclamar que “con discriminación y represión no hay democracia”.

El Puto Inolvidable está disponible de forma gratuita en el sitio web de CINE.AR.

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Fuentes de las imágenes:
1: https://www.makingqueerhistory.com/articles/2017/10/23/carlos-juregui
2: https://www.cha.org.ar/2013/08/20/una-ley-que-conmemora-a-carlos-jauregui/
3: https://notasperiodismopopular.com.ar/2016/11/06/carlos-jauregui-y-la-lucha-por-la-libertad/
4: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-1552-2010-08-20.html

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