No éramos comunes por no decir que no éramos normales: Las Primas de Aurora Venturini


Este libro no es común, no se parece a nada. Sus personajes tampoco. Y la historia de su origen también es bastante particular.

Corría el año 2007, un jurado conformado por escritores argentinos se preparaba para elegir a la ganadora del Premio Nueva Novela del diario Página/12. Finalmente se decidieron por Las Primas, una novela corta firmada con el pseudónimo Beatriz Portinari. Cuando llegó la hora de conocer la verdadera identidad detrás del pseudónimo, el jurado se encontró con que la autora era una mujer de 84 años. Creyeron que era una broma.

Pero no lo era. Aurora Venturini, docente y traductora de La Plata, había escrito una novela extraña, grotesca y original. En el 2009, Las Primas fue editada y galardonada en España, y Venturini siguió escribiendo hasta su muerte en 2015 a los 92 años.

La narradora de Las Primas es Yuna, quien al comienzo de la historia tiene alrededor de catorce años y va creciendo a medida que nos cuenta sobre su vida y su familia. Yuna sufre de dislalia, un trastorno de la articulación de palabras que no le permite expresarse del todo bien; le cuesta poder sacar hacia afuera todo lo que tiene dando vueltas en su cabeza, lo cual la lleva a escoger la pintura como método de expresión. A causa de su dificultad, la narradora nos relata los hechos con pocas comas y puntos, en una especie de vómito de palabras que no se guarda nada y se mueve a un ritmo vertiginoso. "Por dentro de mi psiquis sabía detalles y formas, que era muy distinta a la boba de afuera que hablaba sin punto ni coma porque si ponía punto o coma perdía la palabra hablada (...) Al escucharme a mí misma me confundían los ruidos de adentro de la cabeza y el sibilante fluir de la palabra y quedaba boquiabierta pensando que existían palabras gordas y palabras flacas, palabras negras y blancas, palabras locas y criteriosas, palabras que dormían en los diccionarios y que nadie usaba".

La familia de la protagonista está conformada casi exclusivamente por mujeres, o como dice ella, "medio mujeres porque a cada una de nosotras nos fallaba o faltaba algo". Su hermana Betina padecía de problemas físicos y de un retraso madurativo, una de sus primas tenía seis dedos en cada pie y la otra era de una altura extremadamente baja; la narradora, con partes iguales de humor y compasión se refiere a sí misma y a su hermana como "errores de la naturaleza". Yuna y Betina crecen en un hogar con un padre ausente y una madre distante, un ambiente marcado por aquellas minusvalías y por tragedias familiares, por lo retorcido y lo extraño. "Es la historia de una familia extraña y a veces pienso que todas las familias algo de extraño tendrán y lo disimulan", reflexiona Yuna.

Mujer con corbata negra de Modigliani, un cuadro recurrente en la novela

Desde mi punto de vista, si bien leer Las Primas es una experiencia peculiar, también es bastante universal de algún modo, porque cada familia tiene sus tragedias, sus problemas, sus ovejas negras e historias que nadie quiere recordar. Porque la familia perfecta no existe y Venturini se asegura de derribar completamente el mito de la familia feliz e idealizada de la década de los años 50s. Termina resultando mucho más atractiva una historia de personas rotas que de seres perfectos en los que jamás podríamos vernos reflejados. 

Yuna presencia abusos, abortos, muertes y enfermedades, siempre testigo de lo terrible pero decidida a convertirse en una artista exitosa y salir adelante, jurando "salir invicta de esta tragicomedia inmunda". La protagonista encuentra en la pintura un escape, una forma de expresión, una vocación que le permite ir armando una vida en sus propios términos: "Yo sólo vivía para sentarme y pintar y el mundo circundante desaparecía dejándome en una preciosa isla de tonalidades".

Si bien el tono en el que Aurora Venturini escribe las experiencias de Yuna puede resultar un poco fuerte, creo que es su forma de lidiar con las situaciones que debe atravesar su protagonista, utilizando un humor irreverente, una honestidad y perspicacia brutales que le permiten sobrevivir. Una de mis frases favoritas de la novela aparece cuando la narradora está pintando un paisaje y lo describe: "unos pájaros negros trizaban el dorado entorno porque nunca faltaba lo feo en ningún paisaje por dorado que sea". Siento que dicha frase encapsula a la perfección el espíritu de Las Primas, y que en lugar de haberse asombrado cuando descubrieron la edad de Venturini, tal vez deberían haber pensado que todos esos fueron los años que necesitó para llegar a una conclusión como esa; la conclusión sabia de que dentro de toda felicidad hay tristeza, y encontramos la manera de seguir viviendo.

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