El bien siempre triunfa...¿No?


Chinatown, estrenada en 1974, fue el producto de la genialidad del cineasta Roman Polanski, el guionista Robert Towne y el productor Robert Evans, contando con las increíbles actuaciones de Jack Nicholson, Faye Dunaway y John Huston. 

Tras el asesinato de su esposa, la actriz Sharon Tate, en 1969, Polanski se alejó de los Estados Unidos y se dirigió a Europa, donde realizó algunas películas sin mucho éxito. Un día, recibe una llamada de parte del productor Robert Evans, con quien ya había trabajado en la exitosa Rosemary's Baby (1968), con la intención de ofrecerle un nuevo proyecto. Esa llamada, junto con el guión de Robert Towne, fueron suficiente para convencer al director de que valía la pena regresar a Hollywood, aunque sea por una última vez. A pesar de que Polanski se había sentido atraído por el guión de Towne, no tardó en expresar su insatisfacción con ciertas cosas y ambos lo reescribieron, aunque diferían en varios aspectos -como el final, sobre el cual hablaré más adelante-  y tenían una relación de trabajo muy conflictiva. 

Buscar al actor que encarnaría al personaje principal, el detective privado Jake Gittes, no fue difícil. En ese entonces, Jack Nicholson estaba teniendo una buena racha y era muy popular en Hollywood, además de ser amigo de Towne, quien lo sugirió enseguida para el rol. Polanski estuvo de acuerdo, ya que tenía ganas de trabajar con Nicholson desde hacía tiempo, y vice versa. Por otro lado, conseguir a la mujer que le diera vida a Evelyn Mulwray no fue tan sencillo; en un principio, el personaje iba a ser interpretado por Ali McGraw (Love Story), la pareja del productor Robert Evans, pero cuando la actriz lo dejó de lado por Steve McQueen, Evans la descartó por completo. Luego de que Jane Fonda rechazara el rol, Faye Dunaway se convirtió en la nueva opción, cosa que no emocionó del todo a Evans, debido a que ella tenía la reputación de ser bastante problemática, pero fue elegida de todos modos.



Nos ubicamos en la ciudad de Los Ángeles, durante los años treinta, Jake Gittes es un ex policía que trabaja como detective privado, más que nada consiguiendo evidencia de esposas infieles para los maridos que lo contratan. Todo parece ir bien para él, hasta que una mujer que dice llamarse Evelyn Mulwray solicita sus servicios para que espíe a su marido, el jefe de ingeniería del Departamento de Agua y Luz de Los Ángeles. El detective acepta la propuesta, pero lo que parecía ser otro trabajo común y corriente se transforma en una cadena interminable e impredecible de conflictos y engaños, de la cuál Gittes no encuentra salida fácil. 

J.J. Gittes es un personaje particular dentro del género del film noir -o neo noir, en este caso-, ya que no es el arquetipo del protagonista masculino que suele haber en este tipo de películas, como los hombres interpretados por Bogart o Richard Widmark, Gittes es humano. ¿A qué me refiero con humano? A que tiene defectos y debilidades, no es invencible y, de hecho, no termina triunfando. La venda que el personaje lleva puesta en su nariz durante una gran porción de la película simboliza sus límites como héroe; la amenaza que recibe cuando le hacen un tajo en la nariz no lo intimida, pero sí le duele y lo debilita, no es inmune al filo de un cuchillo. Tampoco se podría decir que Jake es un detective magnífico que siempre tiene la razón, muchas veces se equivoca y saca conclusiones demasiado rápido, sin lograr ser capaz de ver la totalidad del asunto. Lo mismo se podría decir sobre el personaje de Evelyn Mulwray, una femme fatale no muy "fatal" que digamos, ya que es ella quien termina siendo la verdadera víctima de la historia. Evelyn no tiene intenciones de causarle problemas o hacerle daño a nadie, y lo que más le importa es el bienestar de Katherine, no el suyo, factores que la diferencian del estereotipo del film noir

Noah Cross es, posiblemente, uno de los villanos más escalofriantes de Hollywood, ya que se siente tan seguro de sí mismo y tan en control de todo que nunca parece entrar en pánico. Se oculta tras la apariencia de un hombre anciano, agradable e inofensivo, pero en el fondo es despiadado y peligroso. Cross tiene dinero y poder, lo suficiente para ser visto como inocente ante los ojos de la ley, razón por la cual actúa con total impunidad, responsabilizando al estado deplorable de la sociedad por sus acciones en lugar de responsabilizarse a sí mismo.


Antes que nada, hay que tener en cuenta que la visión de la sociedad que nos muestra Chinatown es una cínica y pesimista, aunque algunos tal vez dirían realista. Las personas que tienen la autoridad y el poder son deshonestas y están profundamente involucradas en la corrupción, se aprovechan de lo que son capaces de hacer y lo usan para su propio beneficio, sin importar quienes puedan salir perjudicados, ya sean los campesinos que sufren de la sequía o los pocos individuos honestos que quieren que las cosas sean distintas, como Hollis Mulwray, que creía que el agua debía ser del pueblo. Así mismo, la película nos muestra una gran impotencia por parte la gente común y corriente e inocente ante el mal y el poder. La corrupción y el mal no están solamente presentes dentro del Departamento de Agua y Luz, sino en toda la ciudad, el estado, el país. Por ejemplo, Gittes dejó atrás su trabajo como policía en el Barrio Chino a causa de un evento trágico que lo afectó emocionalmente, pero a largo plazo, las circunstancias no cambian sólo por el simple hecho de haberse mudado y haber conseguido otro trabajo, el mal es omnipresente.

Otro tema recurrente dentro de Chinatown es que la mayoría de los personajes tienen pasados oscuros  o trágicos que los marcaron de alguna manera. Mientras Gittes trabajaba en el Barrio Chino, se involucró con una mujer a la que intentó proteger, pero en lugar de protegerla terminó causándole más daño. Evelyn ha quedado traumada de por vida a causa de la relación incestuosa con su padre y la violación que produjo un hijo entre ambos, no puede pronunciar el nombre de su padre sin tartamudear. En el pasado, Hollis accedió a la construcción de una presa que tiempo después colapsó y resultó en la muerte de unas cuantas personas. Es más, son justamente sus pasados oscuros lo que hace que Evelyn se interese sentimentalmente en Jake, siente que por fin ha encontrado a alguien que tal vez podrá comprenderla porque ese alguien también está dañado en su interior, él también ha pasado por una situación dolorosa de la cual le cuesta hablar.


Después del guión y la dirección, las actuaciones son lo mejor de la película. Personalmente, considero que Jake Gittes es mi interpretación preferida de Jack Nicholson, definitivamente uno de sus mejores trabajos. Nicholson le da vida al personaje con mucha humildad y vulnerabilidad, utilizando sus debilidades -la venda, por ejemplo- como si fueran fortalezas, ya que cuanto más humano lo vemos a Gittes, más nos ponemos de su lado, porque no es un super héroe, es un hombre como todos nosotros y el hecho de que el actor se haya expuesto de esa manera es admirable. Faye Dunaway también se destaca como Evelyn Mulwray; al principio podemos ver que la interpreta como si fuera una típica femme fatale, fría, misteriosa y sacando provecho de su belleza, pero a medida que avanza la historia, deja ver que, en realidad, Evelyn es una mujer que ha sido lastimada y simplemente busca afecto y comprensión. El miedo en su rostro es tan creíble, acompañado de esos leves temblores que se escuchan en su voz cuando intenta esconder algo. Por último, tenemos a John Huston, quien se entrega completamente al rol de Noah Cross, encarnando a la maldad personificada. Huston hace un gran uso de su rostro arrugado y de aspecto amigable, siempre sonriendo jovialmente, engañándonos a todos, ¿cómo alguien puede haber hecho las cosas que hizo Cross y aún así parecer tan inofensivo? Sin duda alguna, uno de los villanos más temibles del cine.

El guión de Robert Towne es uno de mis favoritos de todos los tiempos, con diálogos que se ajustan tanto a la época en la que está ambientada la película como la época en la que se hizo y siguen siendo ingeniosos en la actualidad. Es complejo, repleto de misterios y de personajes interesantes que esconden mucho más de lo que dejan ver a simple vista. Towne creó el guión en base a una mezcla de eventos verídicos de la historia de California a principios del siglo XX, las novelas policiales de Raymond Chandler y Dashiell Hammett y la sociedad de ese entonces, durante la década del setenta, cuando la corrupción, las conspiraciones y la desconfianza por parte de los ciudadanos hacia las autoridades estaban más presentes que nunca a causa de Watergate y la guerra de Vietnam. Aunque Towne hizo un trabajo fantástico, Polanski es la persona a la que le debemos agradecer el final de Chinatown, uno de los mejores finales de toda la historia del cine. El guionista tenía en mente un final más optimista, pero Polanski se negó y remató la película con una última y letal dosis de cinismo que nos deja boquiabiertos y sin esperanza. ¿El bien siempre triunfa? No en un mundo que parece estar pudriéndose. 



[Director de fotografía: John A. Alonzo]

















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