mundo pequeño, grandes coincidencias


Three Colors: Red (Trois Couleurs: Rouge), dirigida por el cineasta Krzysztof Kieslowski, es la tercera y última parte de la trilogía de Three Colors: Blue, White and Red. También es la última película que Kieslowski dirigió antes de su muerte y, siendo mi favorita de la trilogía, creo que fue una manera maravillosa, aunque prematura, de ponerle un punto final a su carrera. En mi opinión, lo más práctico es ver la trilogía completa en orden cronológico, de no ser así, creo que Red no tendría el impacto que, por ejemplo, tuvo en mí cuando la vi. No es cien por ciento necesario, pero lo sugiero. 

Valentine (Irene Jacob) es una estudiante universitaria en Ginebra que trabaja como modelo, prestando su bello rostro para campañas y vistiendo ropa sofisticada sobre las pasarelas. Una noche lluviosa, la chica atropella a un perro y, tras mirar la dirección escrita en su collar, decide notificar a su dueño acerca del accidente. El dueño del perro es Joseph Kern (Jean-Louis Trintignant), un juez retirado solitario y amargado, que tiene un hobby bastante peculiar: interceptar y escuchar las llamadas telefónicas de todos sus vecinos. Al principio, Valentine expresa abiertamente lo desagradable que le resulta el hobby del viejo, pero con el tiempo ambos forman una especie de amistad. También tenemos la historia paralela del vecino de Valentine, Auguste (Jean-Pierre Lorit), un joven abogado que está en pareja con Karin (Frederique Feder), vecina del juez. 


Los temas y conceptos clave que Kieslowski utiliza en Red son el destino, las casualidades, las oportunidades perdidas y la comunicación. Para empezar, los personajes de la película se conocen mediante casualidades que nunca podrían haber previsto, por puro capricho del destino: Valentine conoce al juez porque atropella a un perro que le pertenecía a él, pero ¿qué hubiera ocurrido si nunca hubiera atropellado al perro? ¿O si el perro hubiera sido de otra persona?. Karin, la novia de Auguste, conoce a otro hombre porque se encuentran en el juicio contra el juez, pero ¿qué hubiera ocurrido si el juez nunca se hubiera denunciado a sí mismo por las escuchas telefónicas y entonces no hubiera habido ningún juicio? Este tipo de preguntas son las que uno se hace mientras mira esta película, porque el director crea una meticulosa e interminable red de conexiones y casualidades entre cada individuo. 

Alguna vez te pusiste a pensar en que puede haber una persona, diez años menor que vos o veinte años mayor, que vive a una cuadra de tu casa o al otro lado del mundo, y que tiene una vida extremadamente similar a la tuya o tu mismo nombre o los mismos gustos que vos. Algo así ocurre entre Auguste y el juez Kern, ya que el joven abogado parece estar viviendo la vida que el juez vivió hace muchos años, durante su pasado. Una simple coincidencia. Entre todos nosotros existen más relaciones de las que pensamos y sólo basta con una jugada del destino para que algo suceda. Si Valentine hubiera nacido antes, podría haber sido la mujer que le hubiera cambiado la vida al juez, evitando que el hombre pasara tantos años de su vida a solas, pero ella es la mujer que él nunca conoció. En fin, podría escribir párrafos y párrafos sobre todas las casualidades que se presentan en la película, pero tiene más sentido que quien quiera las vea por sí mismo.

Otro tema recurrente en Red es la comunicación entre los individuos, las comunicaciones telefónicas juegan un papel importante en la vida de cada personaje. Valentine tiene una relación a larga distancia con un hombre que la controla constantemente, adoptando un comportamiento hostil cuando ella no se encuentra en su departamento para atender sus llamadas, ya que esa es la única manera que tienen de comunicarse. El juez Kern, como ya mencioné, pasa sus días escuchando las llamadas telefónicas de sus vecinos y, es por medio de ellas, que llega a conocer aspectos de la vida privada de ellos, sus parejas, sus familiares y amantes; descubre secretos que ni hasta ciertos seres queridos de sus vecinos han descubierto aún. Karin trabaja como meteoróloga a través del teléfono, es decir, en vez de trabajar en una radio o en la televisión, la gente la llama para preguntarle el pronóstico que necesitan. Un día, Kern telefonea a Karin para averiguar el pronóstico y es así como nos enteramos de que Karin y su nueva pareja viajarán por el Canal de la Mancha el mismo día que Valentine. Muchas de las conexiones que se establecen durante la película ocurren por o gracias a comunicaciones telefónicas.


Por momentos, pareciera que el juez Kern es una especie de ser superior que lo ve todo, que predice las casualidades antes de que vayan a ocurrir o el destino de otros individuos antes de que ellos mismos lo sepan. De hecho, se podría decir que es él quien provoca que Auguste y Valentine eventualmente terminen conociéndose, aunque la primera vez que cruzan miradas es durante los últimos minutos de la película, en circunstancias poco convencionales.

El personaje de Kern es muy interesante, ya que se presenta como un hombre cínico y arrogante que no quiere formar parte del mundo exterior ni establecer relaciones con nadie, sin embargo deja sus puertas abiertas constantemente y se entretiene escuchando a otras personas entablando conversaciones y relacionándose, lo cual claramente nos da a entender que en el fondo él también desea relacionarse, pero que se esconde porque en el pasado lo hirieron muchísimo, entonces aparenta ser alguien que ya no cree en el amor ni está interesado en encontrarlo. Pero ese deseo que Kern oculta en su interior se intensifica cuando, de pura casualidad, conoce a Valentine. Valentine es una chica que quiere creer en la bondad de la gente y en el verdadero amor, y posee una inocencia e irradia una luz semejantes a las de una niña pequeña, lo cual despierta esperanza y sentimientos fuertes en el viejo juez, llevándolo hasta el punto de cambiar sus malos hábitos. En un principio, ambos personajes sienten rechazo el uno por el otro, ella indignada por el hobby de Kern y su actitud pesimista, y el acusándola de tener razones egoístas escondidas detrás de sus buenas acciones. Pero con el tiempo, ambos aprenden de ver más allá de las apariencias y entre ellos nace una amistad basada en la empatía, la comprensión y la conversación.


Como ocurre en Blue y White, el color correspondiente al título, en este caso el rojo, está presente en distintas escenas durante la totalidad de la película, pero su significado es bastante ambiguo, ya que puede representar tanto el amor como el odio, la vida tanto como la muerte. Es el color más intenso de los tres y esto se refleja en la hermosa cinematografía de Piotr Sobocinski, cuya calidez contrasta enormemente con los tonos fríos de ambas partes anteriores de la trilogía.

La actuación de Jean-Louis Trintignant es, probablemente, mi favorita de todas las de la trilogía. Se que muchos están enamorados de la interpretación de Juliette Binoche en Blue, pero Trintignant me fascinó, me encanta la manera sutil en la que su personaje va cambiando, ver como su ceño fruncido se transforma en una sonrisa. Irene Jacob, al igual que en su anterior colaboración con Kieslowski, The Double Life Of Veronique, transmite infinita calidez y ternura con sus grandes ojos marrones y su dulce sonrisa, definitivamente era la persona indicada para darle vida a Valentine.

Three Colors: Red seguramente terminará ganándose un lugar en mi nueva lista de películas favoritas y la recomiendo sin duda alguna. Es una película que logró conmoverme de una manera especial, no haciéndome lagrimear ni nada por el estilo, sino que desde que la vi no puedo dejar de pensar en ella, en sus personajes y en el increíble final que Kieslowski tenía guardado bajo la manga.














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