Hogar, dulce hogar (1): Manchester by the Sea


Seguramente la primera parte del título genere algo de confusión, así que mi explicación es la siguiente: Hace alrededor de una semana vi Manchester by the Sea y me enamoré profundamente de ella, pero con el correr de los días, me di cuenta de que no estaba de acuerdo con las personas que la categorizan de deprimente. Cuanto más pensaba en la película, más reconfortante me resultaba. Quiero decir, terriblemente deprimente sería si se tratara sobre un hombre que, tras una enorme tragedia, pasa cada día de su vida dudando si debería pegarse un tiro o no, y al final lo hace. Pero Manchester by the Sea no lo es, es una historia en la que los personajes deben afrontar la realidad que les ha tocado o que construyeron para sí mismos, y deben lidiar con las tragedias que afectaron profundamente sus vidas, y a pesar de que son conscientes de que nunca serán capaces de superarlo genuinamente, siguen adelante como pueden. Fue así como se me ocurrió crear una nueva serie de posts en el blog que abarque esas películas que, por la razón que sea, me reconfortan o me hacen sentir bien, como el abrazo de una persona que te quiere o como acurrucarte en tu cama y escuchar tus canciones favoritas al final de un mal día. 

Manchester by the Sea, dirigida por Kenneth Lonergan, se centra en Lee (Casey Affleck), quien tras la muerte de su hermano Joe (Kyle Chandler), debe hacerse cargo de su sobrino adolescente Patrick (Lucas Hedges) y lidiar tanto con el dolor del fallecimiento de Joe como con el dolor de los eventos trágicos que marcaron su vida en el pasado. Es una película sobre el duelo como consecuencia de una pérdida, sobre como el dolor y el trauma condicionan nuestras emociones y nuestro modo de sentir ante aquellos que nos rodean y, por que no, ante nosotros mismos. Es la carga que un hombre lleva sobre sus hombros por el resto de su vida. Es la pérdida de nuestro propio espíritu a causa de la pérdida de alguien más. Es una historia sobre seres humanos.


Manchester by the Sea es, sin duda alguna, una de las películas más humanas y con más corazón de los últimos años. Recuerdo claramente mi reacción durante la escena del incendio: completamente boquiabierta y con lágrimas en los ojos, porque realmente no me lo esperaba, no podría haberme imaginado que aquello es lo que había ocurrido. Es decir, ¿quién sería capaz de seguir viviendo tras algo semejante? Pero todos sobreviven, Lee sobrevive, Randi (Michelle Williams) sobrevive. Y es ahí donde se encuentra el rayo de luz esperanzador de la película. Sí, es horrible e irreparable lo que ha ocurrido, pero todos siguen, deben continuar. Todos hemos sufrido, aunque de distintos modos, pero no creo que haya una sola persona en el mundo que no pueda reconocer lo que es dolor y que no pueda sentirse identificado con lo que sucede en esta historia, al menos hasta cierto punto. 

Así como escribí en el post anterior que La La Land era universal porque trataba sobre los sueños, las esperanzas, las ilusiones, las metas... como quieran llamarle, Manchester by the Sea es universal porque trata sobre una de las emociones primarias y primitivas del hombre: el dolor, la tristeza, el duelo. Kenneth Lonergan,el director y guionista, dijo unas palabras refiriéndose al final que me pareció increíblemente cierto. Básicamente, dijo que no le gusta el hecho de que, hoy en día, parece imposible la idea de dejar algo sin resolver o con un cierre, porque muchas personas que sufrieron algún trauma durante años no son capaces de superarlo y no consiguen tener un cierre. La mayoría de las personas no superan las cosas tan fácil o como si nada, lleva tiempo, e inclusive después de mucho tiempo, a veces el trauma no termina ni deja de existir. Lonergan plantea que dichas personas también merecen tener una película, en la que los protagonistas no sufren y tras el transcurso de unos meses resumidos en una hora y media ya se sienten bien. La culpa y la pérdida dejan marcas y pienso que lo que el cineasta hizo con esta película es precioso. El final indica una cierta positividad o que tal vez la situación pueda mejorar, pero como Randi le asegura a Lee, sus corazones jamás dejarán de estar rotos. Y eso no tiene por que ser percibido como deprimente, así es la vida y, a pesar de ello todos seguimos viviendo y salimos adelante, y, en ocasiones, hasta nos fortalecemos a partir de nuestro dolor. 

Lonergan también observa que, inicialmente, la película era sobre una historia de dolor, tristeza y arrepentimientos, pero a medida que pasaba el tiempo se dio cuenta de que trata mucho sobre el amor, más de lo que había pensando, porque los personajes se aman los unos a los otros. Y es cierto, porque si uno lo analiza, todos estos personajes sufren porque en un primer lugar amaron. Lee amaba a sus hijos y a Randi, pero los perdió, al igual que a Joe, y eso es lo que duele. Patrick ama a su tío y por eso no quiere perderlo, por eso no quiere que desaparezca de su vida. Son sentimientos muy profundos y poderosos. 


En la imagen superior podemos ver un abrazo entre Lee y Randi durante un flashback, antes del incidente. Él la abraza con amor y entregándose completamente, pero a lo largo de la película, luego del incidente, vemos que cada vez que alguien abraza a Lee, él se siente incomodo y le resulta casi imposible formar parte de aquel gesto de cariño. Por esa misma razón, es un momento hermoso y reconfortante cuando Lee abraza a Patrick con todo el amor que tiene para dar durante una de las últimas escenas. 


En un principio, la relación entre Lee y Patrick gira en torno a la muerte de Joe, de un hermano y de un padre, y como aquello los afecta. Pero, eventualmente, la relación se enfoca en el amor que verdaderamente existe entre ambos, más allá de la pérdida. Por otro lado, la relación entre Lee y Randi se destruyó a causa de la muerte de sus hijos, que en vez de unirlos los alejo violentamente. En esa escena, en la que un simple saludo se transforma en una catarsis emocional para ambos, Randi lo mira a los ojos y le pide disculpas por haberle echado la culpa de lo sucedido durante todos estos años, porque se da cuenta de que todo el sufrimiento que ella ha sentido y siente, Lee lo ha sufrido el doble a causa de la culpa. Es entonces cuando ese dolor que los destruyó y los separó, parece traer, al menos, un perdón, empatía y comprensión. Hay una canción compuesta por uno de los mejores músicos argentinos Gustavo Cerati, ya fallecido, en la que canta: "del mismo dolor, vendrá un nuevo amanecer."





Lonergan y el director de fotografía Jody Lee Lipes capturan la belleza de los paisajes del pueblo de Manchester-by-the-Sea (sí, realmente se llama así), en Massachusetts. Personalmente, creo que las numerosas tomas de paisajes solitarios sin gente, por un lado simbolizan el aislamiento emocional de los protagonistas, pero por otro también resaltan el hecho de que el pueblo es un personaje en sí, ya que es el ambiente en el que los demás personajes crecieron, amaron, lloraron, rieron, sufrieron. El pueblo ha sido el testigo principal de todo. 





















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