descubrimientos de marzo

MUSTANG (2015), dirigida por Deniz Gamze Ergüven



Las protagonistas de esta historia son cinco hermanas adolescentes que viven en un pueblo de Turquía y que, a partir de acusaciones de vecinos severos y ortodoxos, son encerradas tras las puertas y rejas de su propia casa contra sus voluntades. Una vez encerradas, como un pequeño grupo de convictas, las hermanas son entrenadas para convertirse en el prototipo de esposas perfectas, aprendiendo a cocinar, coser, realizar tareas de la casa y obligadas a deshacerse de toda pertenencia que pueda "pervertirlas". A medida que pasa el tiempo, la familia de las chicas comienza a buscarles maridos con quienes casarlas cuanto antes, ya que para ser consideradas dignas del matrimonio deben ser vírgenes.

Al principio, ellas se muestran desafiantes ante los adultos y dispuestas a defenderse la una a la otra, pero cuanto más les quitan su libertad, más parecen perder su espíritu y rebeldía, como si se resignaran tristemente. Pero una de las hermanas, la más pequeña (yo diría alrededor de doce o trece) Lale (Güneş Nezihe Şensoy), jamás se resigna ni se da por vencido, completamente decidida a luchar por su propia libertad y la de sus hermanas, con valentía y una perseverancia admirable. Creo que Lale se ha convertido en uno de mis personajes favoritos del cine: es la más joven y a la vez la más sabia, lista para dar la cara en nombre de sus hermanas cuando sea, manifestando sus derechos e ideando el plan perfecto que les facilitará su escape soñado hacia Estambul, que representa el refugio. Lale es madura e inteligente, pero aún así, sabe que es una niña y defiende su infancia con uñas y dientes ante los inminentes casamientos forzosos.




La directora Deniz Gamze Ergüven utiliza a la perfección el lenguaje visual para expresar el amor, la comprensión y el apoyo que existe entre las cinco hermanas, a pesar de sus diferencias. En lugar de utilizar palabras, Ergüven las captura abrazándose, acostadas con las piernas y los brazos entrelazados, participando de juegos que requieren contacto físico, y en fin, simplemente compartiendo los mismos espacios físicos con desenvoltura, naturalidad y confianza. La belleza y libertad de los paisajes verdes y la playa representan la vivacidad y juventud de las chicas, antes de ser reprimidas, pero existe un fuerte contraste entre aquello y el encierro permanente y la melancolía asfixiante que sufren dentro de la casa, hundidas en anhelos de volver atrás en el tiempo al estado natural de sus vidas. Es imposible no sentir un nudo en la garganta cuando escuchamos a Lale decir "esa fue la última vez que estuvimos todas juntas", mientras presenciamos como las hermanas son despojadas tanto de lo material como lo espiritual, de la propia esencia de sus personalidades.

Yo tengo diecinueve años, así que me sentí muy conectada con las chicas y sus deseos adolescentes. Tal vez sea un tema de diferencias culturales, pero al menos desde mi punto de vista, las hermanas no son un grupo de pervertidas ni depravadas, sencillamente expresan las necesidades, los deseos y la curiosidad típicos de una adolescente, de niñas que están en el camino a convertirse en mujeres pero aún habitan una especie de limbo en el cual intentan conocerse y definirse a sí mismas, explorando su sexualidad, sus emociones y pasando por experiencias nuevas.

Mustang me pareció una película hermosamente ejecutada que, al contrario de lo que había leído, muy poco tiene en común con The Virgin Suicides de Sofia Coppola. Ergüven y el increíble elenco de actrices exploran con total sinceridad, vulnerabilidad y respeto la dolorosa situación que deben afrontar estas hermanas. Definitivamente una película que te deja pensando y te transporta, al menos en mi caso, a un mundo lejano y desconocido.







THE UNBELIEVABLE TRUTH (1989), dirigida por Hal Hartley

En un barrio de Long Island conviven diversos personajes pintorescos, entre ellos Audry (Adrienne Shelly), una adolescente cínica que adora leer y está obsesionada con la idea de que el mundo acabará a causa de una bomba nuclear, y su padre Vic (Chris Cooke), igualmente obsesionado pero con el dinero. Un día, tras haber cumplido varios años en prisión, Josh (Robert John Burke) regresa al barrio, donde todos aseguran que es un asesino serial pero nadie parece saber cual es el crimen que realmente cometió. Cuando Audry y Josh cruzan caminos, inmediatamente se sienten atraídos e interesados el uno por el otro, pero él se aleja de ella a pedido de Vic y el romance entre ambos nunca se concreta, o al menos no hasta que decidan arriesgar lo que tienen y a aquellos que los rodean para estar juntos. 

Hal Hartley es un director que nunca ha logrado capturarme por completo, ya que sus películas tienen un estilo muy personal y me resulta difícil sentir algún tipo de empatía o conexión con sus personajes. De todos modos, su trabajo me parece interesante y por esa razón sigo explorando su filmografía. Curiosamente, entre todo lo que vi de su repertorio, The Unbelievable Truth es la que más me gusta, tal vez porque es su debut y entonces su estilo aún no es tan intenso, fluyendo con un poco más de expresividad y emoción. Debo admitir que me encariñé con Audry, a pesar de y a causa de sus delirios apocalípticos, sus contradicciones filosóficas y su encanto peculiar, disfrazada de beatnik. El personaje de Josh también me produjo simpatía, ya que es un hombre de buen corazón que ha cargado durante años con la culpa y el castigo de crímenes que no fueron deliberadamente causados por él, sino más bien accidentes. Tanto ella como él creen encontrar en el otro la comprensión que siempre han estado buscando. 


Algunos aspectos de la película me resultaron ligeramente reminiscentes de Twin Peaks, más que nada por los rasgos particulares de los personajes, y la mezcla entre un idílico suburbio y algunos elementos más oscuros como una sensación de inminente apocalípsis, misteriosas
muertes/asesinatos que nadie parece recordar con claridad y un romance casi imposible entre una adolescente y un hombre mayor (Audry/Josh - Audrey/Agente Cooper). Se podría decir que comparten bastante ese aura de lo absurdo y lo irreal conviviendo en el mundo racional y real. Me encanta la ambientación creada por Hartley y el director de fotografía Michael Spiller: el rosa de la habitación de Audry contrastado con posters de bombas nucleares, los ojos azules eléctricos de Josh entre tonos grises y azules apagados, la presencia constante de puertas y ventanas que enmarcan las tomas, etcétera, etcétera. 

The Unbelievable Truth es considerablemente distinta a las otras dos películas que forman parte de este post y, en mi opinión, es la inferior de las tres, lo cual no quita que la haya disfrutado mucho. La razón principal por la cual quise escribir un poco sobre ella es que, días después de haberla visto, todavía se me vienen algunas escenas y fragmentos de diálogos a la mente, porque por la razón que sea, la película logró producir un impacto memorable en mí. Reiteradas veces se me viene a la cabeza la escena final entre Audry y Josh, poética y algo enigmática...aún no decidí de que modo interpretarla, pero Hartley logró crear imágenes preciosas e imborrables. 



SHAME (2011), dirigida por Steve McQueen




Brandon (Michael Fassbender) es un exitoso hombre de negocios que vive en Nueva York y aparenta llevar una vida perfecta, con una rutina minuciosamente calculada. Pero lo que este protagonista oculta es que sufre de una profunda adicción al sexo y se encuentra constantemente visitando sitios web porno, masturbándose numerosas veces al día, contratando prostitutas y seduciendo mujeres desconocidas. Brandon parece tenerlo todo bajo control, equilibrando la vida que todos creen que tiene y su vida secreta, pero ese equilibrio comienza a peligrar tras la llegada de su hermana Sissy (Carey Mulligan), quien se instala en su departamento.

A pesar de que muchos consideran Shame una película sobre sexo o la película en la que podemos observar cada centímetro del cuerpo de Fassbender, difiero al respecto, ya que es una película sobre la adicción en sí, que en este caso es al sexo. La desnudez que vemos en la pantalla no está presentada de un modo erótico ni de explotación, ya que representa la dificultad de Brandon para conectarse con los demás de un modo afectivo o significativo, lo opuesto al sexo vacío y robótico al cual es adicto. Steve McQueen explora como la adicción afecta la relación de Brandon consigo mismo y su relación con los demás, como por ejemplo con su hermana y con Marianne (Nicole Beharie). A pesar de que no sabemos detalles sobre la infancia de los dos hermanos, hay pistas que nos indican que han sufrido algún tipo de trauma, y personalmente creo que, así como Brandon es adicto al sexo, Sissy es adicta al amor, a la necesidad de ser amada y aceptada. Ambos son prácticamente opuestos: él se viste con grises y azules desaturados para encajar con el mundo que lo rodea y esconder su adicción, mientras que ella se viste con estampados, colores cálidos y prendas extravagantes para resaltar y que todos la noten; él habla lo justo y necesario y reprime sus emociones, mientras que ella es una bomba emocional que explota en llantos, suplicas y búsquedas de afecto.




Brandon se avergüenza de lo que hace, un hecho que McQueen deja bien en claro durante la primera escena en la que coloca la palabra Shame (vergüenza) en letras mayúsculas sobre las sábanas de su cama. A causa de dicha vergüenza, intenta mantener su problema lo más secreto posible, razón por la cual se siente sumamente invadido y perturbado por la visita inesperada de Sissy, una fuerte interrupción en su cotidianidad perfectamente planeada y privada. De hecho, cuando Brandon intenta dejar de lado su adicción tras salir a cenar con Marianne, una compañera de trabajo, su cuerpo no responde ante la propuesta de sexo significativo y afectivo. Esto me recuerda a la escena en la que Brandon la escucha cantar a su hermana y se le cae una pequeña lágrima, intenta mostrar emoción pero rápidamente la reprime con enojo cuando Sissy se acuesta con su jefe en su propia habitación. Brandon no logra encontrar el modo mediante el cual relacionarse genuina y profundamente con aquellos que le proponen más de lo que cree merecer, aquellos que le proponen amor.

La dirección de McQueen es absolutamente impecable y utiliza el lenguaje visual como todo un maestro, logrando que el espectador asocie ciertas situaciones, colores y objetos con determinados personajes. No quiero seguir spoileando la película, pero me muero por explicar una de mis escenas favoritas: Brandon perdió el control y pasó una noche infernal de drogas y prostitutas, ignorando las llamadas y los mensajes de Sissy, y ahora se encuentra en un vagón del subte regresando a casa. Cuando el subte llega a su parada, las puertas no se abren y una voz comunica que el conductor los guiará por otra puerta porque hubo un accidente en ese sector de la estación. Brandon reacciona de un modo peculiar, casi con preocupación. Cuando se baja del subte y observa lo que parece la escena de un crimen, rodeada de cinta amarilla y de policías. Tanto nosotros como Brandon pensamos lo mismo...¿algo le habrá ocurrido a Sissy? ¿Se encontrará bien? Y Brandon sale corriendo a buscar a su hermana. Muy bien, ahora que describí la escena, ¿por qué cuando vemos que ha ocurrido un accidente o un crimen inmediatamente pensamos en Sissy y su bienestar? Porque durante una escena anterior, cercana al comienzo de la película, Brandon y Sissy se encuentran en la estación de subte y él la empuja para atrás cuando ella se acerca peligrosamente al borde amarillo de las vías, amarillo igual que las cintas de la escena del crimen/accidente, amarillo que simboliza un suceso peligroso dentro de la estación de subte. En fin, ese es tan sólo uno de los muchos métodos ingeniosos que McQueen emplea para desarrollar la historia y la narrativa de la película.

Shame me fascinó y es mi película favorita de todas las que vi durante este mes de marzo. Estoy segura de que próximamente la volveré a ver y le dedicaré un post completo, porque verdaderamente me impresionó. Michael Fassbender es sin duda uno de los mejores actores de los últimos años y su interpretación en la piel de Brandon es brillante, probablemente lo más increíble que ha hecho. La cinematografía de Sean Bobbitt es genial, representando el mundo de Brandon con tonos fríos, apagados y hasta enfermizos (blanco, gris, azul, verde), y los esporádicos momentos de posible conexión emocional con tonos cálidos (rojo, marrón, anaranjado, amarillo). De hecho, al final de la película ambos "mundos" se mezclan con el baño blanco de Brandon y la sangre roja y abundante de Sissy.







CRÉDITOS DE IMÁGENES:
Mustang: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
The Unbelievable Truth: Tenía las imágenes guardadas en mi computadora desde hace tiempo y no recuerdo la fuente, pero las encontré en Tumblr.
Shame: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

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